sábado, 20 de noviembre de 2010

LOS PERRITOS VAN AL CIELO

POR DON IRALA
Amílcar  muy calladito
Todo el día había andado,
Es qu’estaba preocupado
Por causa de su perrito;
“Felipe”, muy enfermito
Ya con él no correteaba
Pues los días se pasaba
Echadito en un rincón;
No comía el muy bribón,
Casi ni agua tomaba.

El niño triste sabía,
Pues su mamá le había dicho
Que por causa de un mal bicho
Del moquillo es que sufría
Y en su pancita tenía
Una cruel enfermedad;
No sabía, en realidad,
Que nadie lo curaría,
¡que “Felipe” se moría
Era la ingrata verdad!

Y esa noche se acostó
Sin decir palabra alguna;
Por la ventana la luna
Su camita iluminó;
Amílcar no se durmió
Ya que en su mente el anhelo
Le provocaba un desvelo
Que entendió su corazón,
Así rezó esta oración
Que a Jesús le mandó al cielo:

- “Triste estoy mi Jesucito
Y no me puedo dormir,
Sólo te quiero pedir
Por “Felipe”, mi perrito;
Con rapidez necesito
Que despiertes tu atención
Y si tienes ocasión
Cuéntaselo a tu Papá
Que “Felipe” enfermo está
Que le tenga compasión” -

- “Si no lo puede curar
Porque tarde le recé,
Dile por qué no ve
Si se lo puede llevar;
Seguro le va a gustar
Porque es lindo mi perrito;
Que no sufra, necesito,
Se lo pido ¡por favor!,
Se lo cambio por mi amor
¡no te olvides Jesucito!” –

Una calandria avisó
Qu’el día había llegado
Y con su trinar cambiado
Al niño sobresaltó;
En su cama se sentó
Y escuchó que no era igual,
Que no era el habitual
De alegrías mensajero;
Era un trinar agorero
Anunciando algo fatal.

Enseguida confirmó
Lo qu’era presentimiento
Pues llegó en ese momento
Su mamá, que se sentó
En su cama y lo abrazó
Con un cariño entrañable,
Tratando en lo posible
De suavizar la noticia
Y narrarle la desgracia
Que ya era predecible.

No lo pudo soportar
Tras la vigilia sufrida;
Fueron lágrimas sentidas
Que quisieron aflorar;
Así se puso a llorar
El niño, desconsolado;
A su mamá abrazado
El quería comprender
¡Por qué debía perder
A su perrito mimado!

Aquel día transcurrió
Aletargado, cansino,
Como atajando el destino
Que al “Felipe” se llevó;
Amilcar se lo pasó
Todo el día sin jugar,
Es que quiso acompañar
A su amigo preferido;
Al colegio no había ido
¡había tiempo pa’estudiar!

Su abuelita con premura
Un cajón le fabricó
Y en el jardín le cavó
Una humilde sepultura;
Ya el sol para esta altura
Se bajaba hacia el poniente;
El niño raudamente
En el jardín cortó una flor,
¡quiso sacar la mejor
Para ofrendarla inocente!

Enredando la cuerdita
Del perrito juguetón
La dejó sobre el cajón
Y al medio una margarita;
Puso sus manos juntitas
Como queriendo rezar;
Sólo quiso conversar
Con su entrañable amiguito:
- “Felipito…Felipito…
¿Nunca más vas a jugar?

Al “Felipe” se enterró
En ceremonia sencilla;
Amílcar en sus mejillas
Su tristeza denunció
Y la inquietud despertó
En su amargo desconsuelo;
Preguntó, mirando al cielo,
Empapada su carita:
- “Dime, abuela... mi “lelita”…
¿Los perritos van a cielo?”

San Benito, noviembre de 2005.

No hay comentarios:

Publicar un comentario