viernes, 5 de noviembre de 2010

AGOSTO 2004. COMENTARIO SOBRE FERNANDA

Actualidad

Fernanda Aguirre: esta fue la primera (reveladora) nota de Tribuna, en 2004

INVESTIGACIÓN PURA Y DURA

 Cuando desapareció Fernanda Aguirre en la provincia de Entre Ríos, este periodista anticipó públicamente —con todo lo que ello conlleva— que se trataba de un caso de “trata de menores” y “prostitución infantil” vinculado a altos escalafones de la policía de esa provincia protegidos a su vez por gran parte del poder político entrerriano.

Casi al mismo tiempo en que se conocía la noticia de la desaparición de Fernanda, el mismísimo gobernador Jorge Busti señalaba a un hombre llamado Miguel Ángel Lencina como autor del mismo, aportando como única evidencia una serie de antecedentes por el delito de violaciones reiteradas cometidas por este último.
Sumado a lo sospechoso del señalamiento, a poco de haber sido detenido en la seccional 5°de Paraná, Lencina fue hallado muerto, supuestamente – siempre según la versión oficial – ahorcándose con un trozo de la frazada que tenía en su cama y la que habría cortado a dentelladas.
Ante el interminable asombro de la opinión pública, las crónicas periodísticas dieron cuenta de que el cuerpo de Lencina había aparecido colgado a una reja del techo del patio cerrado, a la que habría llegado subiéndose a una silla o trepando una puerta.
En el cuello, Lencina tenía “un surco de ahorcadura” – según dice la autopista -, pero resta hacer otros estudios para determinar si la marca es previa o posterior a la muerte.
Amén de lo extraño de que una persona pueda cortar una frazada con los dientes – invito a ud. a que lo intente -, es realmente sospechoso que Lencina aparezca suicidado en día después de que se familia advirtiera que esto podía suceder.
Por caso, la madre, Esther Torres, en medio de una denuncia por golpizas contra la policía de Investigaciones advirtió un día antes que si le pasaba algo a su hijo, el gobierno “va a tener que hablar conmigo porque tengo mis abogados (…) no digo que mi hijo no tenga anda que ver, pero que presenten pruebas”.
Por lo antedicho, no cabe duda alguna de que el elemento más valioso para encaminar la pesquisa sobre la desaparición de Fernanda Aguirre, era garantizar la vida de Miguel Ángel Lencina, el principal sospechoso.
Según el brillante periódico Análisis digital de Entre Ríos “a Miguel Ángel Lencina había que cuidarlo hasta de una resfrío. Porque no solamente resultaba vital para esclarecer el episodio y su autoría, sino y mucho más importante aún, para encontrar a Fernanda sana y salva.
Hasta el más lego en materia criminalística podría advertir este presupuesto, porque no es lo mismo colectar pruebas para imputar con solidez probatoria la responsabilidad de un homicida, con el cuerpo del delito y aparecido, que luchar denodadamente cuando ese cuerpo se halla todavía ausente y horas, minutos y hasta segundos cuentan en la desesperada tarea de hallar a la víctima con vida”.
En concreto, si hasta entonces no se habían implementado medidas rigurosas para cuidar la integridad de Lencina, las revelaciones de su madre debieron tomarse como un mensaje contundente y al que se debió prestar enorme atención.
Las sospechas de siempre
Si bien el Jefe de Policía de Entre Ríos, Ernesto Geuna, tiene razón cuando sostiene que a Lencina no se lo podía mantener sin frazadas en invierno porque “sería una tortura”, hay un interrogante que debería ser respondido por el mismo funcionario: ¿porqué si tantas hipótesis indican que sábanas y frazadas constituyen habitualmente los elementos más utilizados en autoeliminación, no se resolvió un control especial mediante lo que se denomina “vigilancia a la vista?”.
Es más que sospechoso que, tratándose del único detenido clave, a Lencina no se le haya asignado una custodia personal. Recordemos que el guardia más cercano estaba a 15 metros de distancia y sin posibilidad de ver los movimientos del preso.
Cuando hilamos fino, podemos percibir que la policía aparece como uno de los sectores más sospechosos, no sólo por sus propias inconsistencias y contradicciones, sino por sus antecedentes. Recordemos que la Comisaría quinta es una dependencia que acumula un número importante de denuncias por apremios ilegales, sobre todo contra menores y donde perdura un constante estigma de metodologías de “ablandamiento” hacia los alojados.
Tal vez en ese sentido se entiendan las palabras de la madre de Lencina, quien había denunciado que su hijo era sometido a tormentos por parte de la policía para que se declarara autor del secuestro de Fernanda Aguirre. La abogada de la familia, Nora Lanfranqui, apuntó en el mismo sentido: “mi representado siempre aseguró que era inocente y que le querían cargar algo en lo que no tenía nada que ver”.
A todo lo antedicho hay que sumarle un hecho que pasó totalmente desapercibido y que tiene que ver con el abandono sorpresivo de la investigación de la desaparición de Fernanda Aguirre por parte de la Escuela Canina de Catástrofe.
Inentendiblemente y en medio de duros cruces con los investigadores del caso, gente de esta organización denunció que no los dejaban rastrillar zonas donde se esperaban encontrar importantes indicios. Se trata de una zona donde apareció el cadáver de una mujer asesinada hace diez años por Lencina y en donde los investigadores de la brigada canina encontraron una bolsa con tiras de tela manchadas con sangre.
“Donde fue hallada la última víctima de Miguel Lencina, encontramos una bosa de plástico con una tiras de tela con sangre”, dijo Juan Carlos Lombardi, miembro de la Escuela Canina, para luego agregar que, a pesar de ello, los investigadores les impidieron continuar con los rastrillajes en la zona señalada…
Concluyendo
No es muy difícil saber qué pasó con Fernanda  Aguirre. Sólo hay que investigar a la policía y a algunos de los hombres más cercanos a Busti.
Quien se anime a hacerlo, se encontrará con muchas sorpresas, incluso el por qué de la muerte de Miguel Lencina.
Lamentablemente existen muchas “Fernandas Aguirres” en Entre Ríos.
Chicas que, mientras Ud. lee esta nota, son explotadas sexualmente en algún lugar de esa asolada provincia.
CHRISTIAN SANZ
7 de agosto de 2004

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