ANIVERSARIO 9 DE JULIO
EL TIEMPO LIBRE DE LOS SANBENITENSES
...Respecto a la utilización del tiempo libre, en los primeros tiempos de los colonos friulanos, austriacos o italianos, que arribaron a poblar la Colonia “3 de Febrero” a partir del año 1879 no pudieron disponer con demasiada libertad del mismo por la razón de sus necesidades para instalarse en los campos, construir sus viviendas, producir el grano como principal fuente de ingreso, etc. No tenían tiempo que perder.
Pero con el correr de los años los “gringos” se habían integrado con los criollos, que se fueron acercando a ellos ya sea a través de las actividades propias del campo, o por la actividad comercial, por las escuelas, por la iglesia, etc., como también con otras etnias como con los suizo franceses ubicados detrás de los campos de la Base Aérea, tal el caso de Luis Genolet, José Sierro, Antonio Micheloud, José Ruda, etc., con los franceses como Ernesto Félix Cabrol, con sus hijos (entre otros) Juan Agustín y Félix, Domingo Carrere y muchos otros. Así comenzaron a compartir muchas cosas, entre ellas, el tiempo libre y al principio no había mayores oportunidades para distraerse más que concurrir a las pulperías o fondas de Eugenio Pauluzza, Juan Cabrol, Alfredo Lessa y otros.
Allí el juego provino por añadidura y más que nada el juego de cartas, como también “la morra”, que trajeron los friulanos. Pero los fines de semana había otras oportunidades para compartir el tiempo y así se organizaban bailes, algunos de ellos se realizaban en la esquina de Rivadavia y Friuli, donde el “volantero” José Demartín (Jefe de la Oficina de Correos desde 1900) ofrecía su salón, como así también se comenzaba a participar en la realización de carreras cuadreras, que no demoraron en atraer a los extranjeros.
Estas competencias de caballos eran más sencillas que las propias de los hipódromos; había andariveles para correr en los caminos vecinales de los distritos Sauce, Espinillo, en Paracao y Las Tunas de Paraná, entre otros. Las mismas se llevaban a cabo cerca de las pulperías y sus organizadores eran los propietarios de estos comercios, quienes debían gestionar la autorización correspondiente ante las autoridades de turno. Se pactaban a 200 y hasta 400 metros, ya sea “con partida detenida”, de cajones o “partiendo” y eran largados por un “bandera” que se colocaba a distancia prudencial a un costado de la “cancha”. Una vez puestos de acuerdo en el desafío, se debía hacer la “depositada” ante la policía, de acuerdo a la ley vigente.
Mil y una anécdotas hay sobre estas competencias. Las travesuras, los entuertos, las dosis de “cegarra”, las trampas que a veces lindaban con lo delictivo nunca faltaban; las apuestas a los costados de las canchas de carrera abundaban y el alcohol era un invitado de lujo.
Hay que dejar establecido que las carreras cuadreras fueron hechas propias por el criollaje de la zona desde mucho antes de la inmigración masiva, que se dio a partir la Ley Nacional de 1876 del Presidente N. Avellaneda. Vale aclarar también y en el mismo sentido que desde 1740, aproximadamente, el Distrito Sauce contaba con numerosos pobladores que fueron llegando desde Santa Fe y que a partir de la instalación del ejército de Caballería de Urquiza en la zona de Espinillo con más de 12.000 hombres, la población de los campos aumentó considerablemente; esto, para no caer en la confusión creyendo que se pobló la zona recién cuando empezaron a llegar los extranjeros.
Habían pasado pocos años desde la llegada de los inmigrantes friulanos que poblaron la Colonia 3 de Febrero cuando las carreras de caballos abundaban en la zona. Para tomar como ejemplo, en 1895 y 1896 se hicieron cuadreras en los siguientes almacenes o pulperías de campaña: Casildo Herrera de Paracao el 23 de junio de 1895; José M. Bareda de Espinillo; Luis Frioni de Sauce; Pedro Reynoso de Espinillo; Carlos Devecchi de Colonia 3 de Febrero el 2 de agosto de 1896; Juan Heiman de Las Tunas en la misma fecha y Liborio Salinas en Las Tunas el 17/8/1896. Así, abundaron a través de los años estas competencias.
También, antes de la práctica del deporte, se introdujo el juego. Entre los juegos se puede destacar el juego – habilidad de “la taba”, que también era de puro arraigo en el criollaje, que había sido traída a América por los españoles, pero que hizo propia rápidamente la colonia friulana.
La taba era un instrumento hecho con el astrágalo de los vacunos, hueso que integra el tarso de los mismos, que tiene una cara cóncava en forma de S, lo que en el mencionado juego se llama “carne” o “suerte” y la otra cara plana, llamado “culo”. En la mayoría de los casos la taba se calzaba colocándole planchas de metal (por lo general con bronce) convenientemente recortadas, para evitar el deterioro de las mismas y más que nada para sopesarla o equilibrarla, siendo aprovechadas para grabar en ellas el nombre del propietario, motivos religiosos, alegóricos, ornamentales, políticos y hasta amorosos, porque las hubo con un corazón atravesado por una flecha. La trampa existía cuando la taba estaba “cargada”, detalle conocido por su propietario que con esto sacaba una ventaja, que en muchas ocasiones traía consecuencias desagradables.
La cancha para jugar a la taba se disponía en cualquier terreno que fuera despejado, con varios metros de largo y se dividía con dos rayas para delimitar el espacio que tenía que recorrer la taba antes de tocar el suelo. El lanzador se tenía que poner detrás de una de las rayas, tomar la taba con la palma abierta y de cara al cielo, con el pulgar apoyado en el borde de la parte superior; “echaba el ojo” para medir la distancia y arrojaba el hueso haciéndolo girar hacia atrás y tratando que diera muchas vueltas en el aire, para concretar un tiro de baquiano en el sentido de las agujas del reloj, que el paisanaje llamaba “tiro de roldana”. Si al “clavarse” la taba quedaba con la “suerte” hacia arriba, ganaba el tirador y si quedaba “de culo” ganaban los contrarios.
La referencia al juego – habilidad se traduce en que se mezclaban en este caso tanto el azar como la baquía del lanzador, quién tenía una gran sensibilidad para tantear el peso, para descubrir los imperceptibles desequilibrios que pudiera tener la taba, la distancia a recorrer, como principalmente, la clase para clavar el hueso en la tierra, sin necesidad de que se produjera alguna “rodada” o arrastre” innecesario. Aparte del desafío de los dos contrincantes que querían demostrar su habilidad, estaban los apostadores que, como en las riñas de gallos, generaban el barullo de tribuna y el apoyo o rechazo a cada uno de los tiradores.
El escritor tucumano Pablo Rojas Paz, describió este evento tan popular de manera excepcional:“...entonces que se ocupaba el tiempo vacante con la taba y los gallos. Y en el tiro del hueso era hacia lo alto, brillaba en el aire la chapa de bronce que los paisanos acostumbraban poner en la uña de la taba para que esta se clave mejor. Las apuestas se cruzaban a gritos, diez es al que tira -agarro- van veinte - no puedo. Los diestros clavaban el hueso, por la parte de la suerte, en la húmeda tierra entre las aclamaciones de la rueda. Pero no faltaba el torpe que la enviara rodando como una pelota, razón por la que debía soportar los chistes y las chirigotas de los críticos consumados del juego: lindo mozo para... bolear ladrillos -me ha de enseñar la maestría cuando se canse de hacerla -, dicen que lo van a llevar a París para que enseñe - la madre estaría muy contenta de verlo cómo se luce. Y así las bromas de zahirientes se volvían sarcásticas; y en otras ocasiones se vio manotear el cuchillo. Esta vez no porque todo era en familia. Y los tabeadores viejos sopesaban el hueso, ensayaban haciéndolo dar varias veces vueltas en el aire, palpitando la tirada precisa; hasta que por fin la taba describía una parábola y caía justo a los pies del otro contrincante. El Pinino era ya el milagro del juego; era la casualidad colaborando con la suerte; la taba se quedaba parada de canto, en un equilibrio inestable, entre las exclamaciones de júbilo de los que ganaban y las maldiciones de quienes tenían que pagar doble. Dos se habían trenzado en el ardimiento del juego; pues ambos querían demostrar la habilidad que poseía cada uno de ellos, para entretenimiento tan habilidoso…”
Otro suelto nos pinta la práctica del mismo juego en el año 1911: “FARRA OFICIAL EN “LOS PARAISOS”…Como la cosa va tomando colorido de oficialismo puro, la policía de orden superior ha privado que se corran las carreras depositadas en el camino conocido del “Hipódromo” el domingo, con el objeto de que la concurrencia se aglomere en la farra oficial que tendrá lugar ese día en “Los Paraísos”, donde también se tirará el hueso de rum-rum y de vuelta y media”... Se trataba de la quinta de Luis Londero en la zona de El Brete.
Nuestros colonos gringos y los criollos de la zona no estuvieron exentos en la práctica de este juego – habilidad. Se recuerda que hasta los años cincuenta del siglo pasado se jugaba habitualmente a la taba y que en los domingos de lluvia los paisanos se juntaban en el salón de Miguel Rodríguez (donde estuvo “Il Cjanton”) y allí desparramaban la tierra necesaria que estaba embolsada de antemano y jugaban a la taba.
Otro juego fue el de las bochas, que se transformó en un deporte con el correr del tiempo y que en San Benito se practicó desde las épocas de la floreciente colonia, habiéndose instituido en el Club local a partir de diciembre de 1950.
Este juego, que se cree tuvo sus inicios en Egipto alrededor de 5.000 años antes de Cristo, se desparramó por el mundo en muchas variedades como lo fue el “Bocce” en Italia, el “Bolla” francés, el “Bolle” en Dinamarca, el “Ula Miaka” en Polinesia. Pero el origen de las bochas que se juega en nuestro país, se toma como más próximo el que se jugaba en Inglaterra, donde en el año 1299 ya existen registros que se practicaba sobre el césped en la ciudad de Southampton.
Se sabe por la tradición oral que desde un principio se jugó en nuestra colonia y que también fue practicado sin diferencias de etnias. Así entonces se fue utilizando el tiempo libre, alternado con la práctica religiosa de concurrir a la misa de los domingos, no sin alternar el paso previo por algún boliche de los alrededores por parte de los colonos.
Con posterioridad se comenzó con la práctica del fútbol. Primero con la simple reunión de algunos valientes aficionados y con el tiempo con la formación de un equipo representativo.
Para darle mayor consistencia a la poca información que se registra de aquellos lejanos tiempos es interesante tomar el siguiente suelto de prensa de 1914 que nos pinta un panorama más certero sobre el particular:
“SAN BENITO. FIESTA ESCOLAR. Set.29. El sábado 26 de corriente se llevó a cabo en esta escuela una fiesta escolar con motivo de la conferencia pública que el director de la misma desarrolló sobre el tema siguiente: “La Instrucción como base del progreso y bienestar, placeres intelectuales”
Concurrió el señor Sub inspector señor J. Barcón Olesa, el señor Director de la Escuela Alberdi, acompañado de sus alumnos y numerosas familias de este pueblo.
El señor Zapata leyó una poesía de homenaje a los estudiantes de la Escuela “Alberdi”. Luego en la Plaza de Ejercicios Físicos, una compañía de boys scout, invitada al efecto, hizo varios ejercicios. Por último se dio fin al programa con un match de foot ball entre los teams de la escuela Alberdi y el de San Benito, los que después de una lucha reñida terminaron sin haberse anotado ninguno de los bandos ni un goal a su favor”.
El 11 de octubre siguiente se realizó en el mismo lugar un encuentro entre el Provincial F.B.C. de la vecina ciudad y Bristol F. B. C., lo que significó algo así como una exhibición de juego de acuerdo a lo que por entonces se practicaba en Paraná.
Para reforzar esta información sobre la práctica deportiva en la localidad, es interesante recurrir a documentos del Concejo General de Educación en los que se registra lo siguiente sobre el maestro Tomás Zapata, casado, director de la escuela de San Benito desde ese año: “es de buena preparación, con bastante prestigio dentro de la escuela, ha creado una Plaza de Ejercicios Físicos…”
De acuerdo a esta información, fue el director de la Escuela N° 28 quién introdujo la práctica física y deportiva en San Benito y el que creó el primer campo de deportes, como así también el que estableció contactos con las autoridades alberdinas para confraternizar deportivamente. No es de sorprenderse esta relación ya que este maestro no sólo era egresado de dicha escuela de maestros rurales, sino que también en sus épocas de estudiante había sido el arquero titular del representativo de aquel colegio.
En efecto, cuando el fútbol se practicaba desde hacía siete años en la ciudad capital, a la par de los equipos de Paraná F.B.C., Estudiantes F.B.C. y Unión -Talleres F.B.C. que hacían sus primeras armas en este deporte, los colegios Nacional, Normal, Alberdi y Escuela Sarmiento tenían sus propios equipos, en los que se mechaban jugadores de los clubes antes mencionados.
Cuando la “Sociedad Sportiva Pro Vencedores” (entre cuyos principales impulsores estuvieron Lucio Arengo, Andrés J. Zapata, etc.) instituyó en Paraná el primer trofeo Competencia en 1908 (once medallas de plata para los triunfadores), haciendo jugar un hexagonal, participó allí la Escuela Alberdi, siendo Podestá su primer arquero. Al año siguiente se realizó el primer campeonato de Paraná por la Copa Competencia e intervino también la Escuela Alberdi. En la primera fecha se enfrentaron el domingo 23 de mayo de 1909 los equipos de Estudiantes F. B. C. y Escuela Alberdi, cuya formación fue integrada por: T. Zapata; L. P. Silvestre y Cabrera; Méndez, Leonardo Silvestre y Chauseaud; Ordizzi, Fernández, Francisco Eyto*, Álvarez y Ramírez. Fue designado árbitro de este partido el inglés (del ferrocarril) George Roberts.
Esto quiere decir que J. Tomás Zapata venía con el conocimiento en la práctica del fútbol, propio de la época, ya que fue el arquero titular de la Escuela Alberdi y que en lo poco que se había preparado para ejercer fue el concepto de jerarquizar las prácticas deportivas entre el alumnado, tal era el criterio que se venía universalizando desde años atrás en las escuelas públicas. Hay que aclarar que no llegó a recibirse de maestro pero en esa época no era un condicionante para conseguir trabajo como maestro.Había sido designado como director de la escuela infantil de segunda categoría de “Colonia 3 de Febrero” el 1 de marzo de 1914, junto con su ayudante y hermana la maestra Emma Zapata. Tomando fehacientes datos sobre el lugar donde estaba la Plaza de Ejercicios Físicos en San Benito, se desprende que se ubicaba enfrente de la iglesia parroquial, en el terreno baldío que quedaba detrás y al norte del almacén de José Bisiac, luego de José Gasparín hasta que cerró no hace muchos años. Al efecto basta con tomar un aviso aparecido en el periódico “La Mañana” de Paraná en enero de 1923:
“LOPEZ Y PRINA. Remate en San Benito. Colonia 3 de Febrero. Excepcional remate. 4 de febrero de 1923. Vendemos por orden de su dueño señor José Bisiac su propiedad sobre la misma plaza pública, frente a la iglesia parroquial y escuela fiscal. Edificio moderno, sólidamente construido en cal, con amplias habitaciones, salón en la esquina de 12 metros, galpón, sótano, cocina, baño, galería, pozo con molino de viento y aguas corrientes, etc. Todo lo edificado y plantado en una manzana entera cercada con alambre tejido. Base 12.000 pesos. 4.000 pesos al contado y el resto a 8 años con el 8% anual (tiene 4.000 pesos en cédulas hipotecarias). Amaro C. López – Roberto Prina. Monte Caseros 211”.
Otro dato curioso y digno de destacar es el hecho de que en aquella fecha del primer partido participó de la fiesta una delegación de boy scouts de Paraná y que fue justamente Arturo F. Penny, el primer argentino que practicó el scoutismo desde el 27/8/1908 al fundar la primer patrulla en el país, quién trajo el grupo de scouts que se había constituido en Paraná, ya que en mayo de ese año había sido designado Comisionado del Batallón de Scouts de la ciudad.
De esta manera entonces contamos con el antecedente más antiguo sobre la práctica del fútbol en San Benito con un equipo representativo y se puede afirmar, sin temor a equivocarse, que el primer equipo de fútbol se presentó el sábado 26 de setiembre de 1914.
(CONTINUARÁ)
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