HACE TRES AÑOS SE DECÍA:
"EL ARROYO LAS TUNAS, EL "RIACHUELO" DE PARANÁ
A pesar de anuncios de saneamiento, de controles de contaminación y otros, los avances en el arroyo Las Tunas de Paraná son tan escasos como con el Riachuelo de Buenos Aires. El hedor se siente a gran distancia, y sus aguas no dejan dudas con sólo mirarla del deplorable estado en que corren hacia el Paraná.
"EL ARROYO LAS TUNAS, EL "RIACHUELO" DE PARANÁ
A pesar de anuncios de saneamiento, de controles de contaminación y otros, los avances en el arroyo Las Tunas de Paraná son tan escasos como con el Riachuelo de Buenos Aires. El hedor se siente a gran distancia, y sus aguas no dejan dudas con sólo mirarla del deplorable estado en que corren hacia el Paraná.
De
tanto en tanto, ecologistas, voceros de la asociación de empresas del parque
industrial “Manuel Belgrano” de Paraná, autoridades municipales o vecinos se acuerdan del arroyo, pero lo que más llama la atención de él es el
hedor insoportable que anuncia su presencia tanto a los que viajan por l ruta
18 como por el acceso norte a Paraná.
El
parque industrial de Paraná, que algo tiene que ver con el estado del
arroyo, fue inaugurado durante el
“proceso”, antes de 1982, y tenía entonces una planta depuradora de efluentes
cloacales capaz de retirar todos los contaminantes antes de lanzarlos a la
corriente, aunque después esa planta dejó de funcionar.
El
caso más notorio de una conducta negligente en esta materia es el Riachuelo,
que está contaminado con agrotóxicos en su cuenca alta, con metales pesados de
las curtiembres, con petróleo de los barcos y con residuos cloacales de las
ciudades que atraviesa, entre muchas otras cosas.
Se
estima que en la zona del Riachuelo, uno de cada cuatro internaciones en
hospitales de niños son resultado de la contaminación.
El
Riachuelo tiene 62 kilómetros de longitud y no pudo ser limpiado desde que
Sarmiento hizo retirar de sus costas todos los saladeros que arrojaban en él
los restos de los animales.
El
curso se autodepuró, una propiedad que tiene el agua corriente, y pocas décadas
después fue posible navegar en velero y bañarse en él, lo que sería suicida actualmente.
Según
ecologistas de Buenos Aires, los ingleses lograron depurar el Thamesis, que
tiene 380 kilómetros de longitud y 10 veces más caudal, invirtiendo 200
millones de dólares. Para corregir la situación del Riachuelo el gobierno
nacional dispuso de un crédito de 1000 millones de pesos, que no utilizó y debió pagar por eso, y finalmente
no hizo nada de lo que había prometido, sobre todo la ex secretaria de Medio
Ambiente, María Julio Alsogaray.
La
situación del Riachuelo volvió de nuevo
a la consideración política gracias a las pasteras de Fray Bentos, y a la
recordación de las autoridades uruguayas de que la Argentina tiene sitios
enormemente contaminados como para mirar antes a lo que hacen los vecinos.
Los
uruguayos consideraron que el Riachuelo, que atraviesa la zona más densamente
poblada de la Argentina, tiene una contaminación equivalente a la que podrían
producir 4.000 plantas como las que ellos están construyendo en Fray Bentos, y
es razón suficiente como para dudar de la veracidad de las quejas
argentinas, a las que cabría la
calificación de “hipócritas” que el Evangelio aplica a los que ven la paja en
el ojo ajeno pero ignoran la viga en el propio.
A
lo largo del pequeño arroyo, cuya desembocadura en el río de la Plata es la
“Boca” y dio su nombre a un famoso barrio porteño, muchas empresas,
curtiembres, pasteras y otras muy contaminantes, arrojan sus desechos al agua
sin tratamiento, a la vista de todos, sin control de nadie y seguramente con
corrupción de muchos.
En la zona las jurisdicciones a veces se
superponen, otras se enfrentan, con frecuencia se anulan, siempre eluden sus
responsabilidades para depositarlas en los otros, tal como acontece con rutas
que desde hace décadas esperan que alguien decida si las reparaciones deben
estar a cargo de la nación, las provincias o las municipalidades.
El
exceso de Estado es a veces tanto o más perjudicial que la falta de Estado,
condición esta última en que dejó a la Argentina la gestión de Carlos Menem.
Si
bien la municipalidad de Paraná se sumó a las protestas contra las pasteras de
Fray Bentos, mantiene una cloaca a cielo abierto en el arroyo Las Tunas, el
“Riachuelo paranaense” sobre todo por el volcado sin tratamiento de efluentes del parque
industrial.
El
intendente de Colonia Avellaneda, territorio por el que pasa el arroyo tras
salir del parque industrial de Paraná, hizo resaltar la paradoja entre la
preocupación municipal por lo que podría acontecer en Fray Bentos y la
despreocupación por lo que pasa en Paraná, en particular en el arroyo Las
Tunas.
Ese
arroyo, junto al cual se libró una célebre batalla entre Artigas y Ramírez a
principios del siglo diecinueve, cuando era un curso cristalino del que se
podía beber, está totalmente contaminado y muerto por el volcado de residuos
del parque industrial, que por ahora carece de la planta de tratamiento de
efluentes que tuvo en sus comienzos
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