Quién no se acuerda del carenciado Marcos Américo Fontana cuando lo trajo Oscar “Tachuela” Acosta en épocas que compartía el lineamiento interno con Héctor Alaniz de Crespo y el gobierno era propiedad de los radicales de Montiel.
Por entonces Marcos Fontana era un carenciado más, por lo que tuvo que ajustarse la cincha y conchabarse como empleado municipal de San Benito, ocupando una silla que estaba lejos de ser como aquel mullido sillón de la Vice Gobernación donde había trabajado en la Secretaría.
Al tiempo logró hacerse de un económico Duna que le sirvió para eludir el tortuoso viaje en colectivo de línea desde Paraná. Hubo de soportar la inclemencia de Sergio Montiel que le pasó la factura sin piedad al ex radical Oscar Acosta y, entre otras cosas, le cerró el grifo para sepultarlo en vida, dejándolo más de ocho meses sin recursos siquiera para pagar sueldos. “Las penas son de nosotros las vaquitas son ajenas” se lamentaban abrazados por ese tiempo Marcos Fontana y Tachuela Acosta porque no podían cobrar un mango en blanco.
Por aquellas cosas del destino logró un bequita provincial en el 2003, más bien sacó el Quini al ir colgado de la sábana del electo gobernador Jorge Busti, a quién al poco tiempo le dio el portazo y creo su propio bloque en la Cámara de Diputados, logrando con ello un ingresito más a su alicaído sueldo de legislador. Pudo aumentar su plantilla de personal, contratar más asesores, alquilar más oficinas, en una palabra: pudo tener más fondos públicos a su disposición, corroborando una vez que en la legislatura entrerriana legislador que se enoja: ¡Gana!
Llegó diciembre de 2007 y Marcos Américo volvió a llano, pero ya no era el mismo camino espinoso como en tiempos idos por el que debería transitar. En cuatro años las cosas habían andado sobre carriles y al desandar el 2008 ya tenía en sus manos una flamante casa chalet en Barrio Las Tunas, un hermoso local comercial en Avenida Friuli (donde fuera el autoservicio de Batirola), una camioneta nueva 4x4, una seguridad personal especialmente diseñada por parte de la policía entrerriana, y otras pequeñeces más que no valen la pena recordar.
Haciendo unos números gruesos estimativamente sobre el capital logrado por Fontana, con el sueldo de legislador entrerriano tendría que haber estado calentando el sillón unos diez años para amortizarlo.
¡qué ganguita fenomenal! ¿Se podrá anotar en algún lado para ligar un currito de esos?
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