LA INVERSIÓN SUPERÓ LOS 60.000 DÓLARES ENTRE 1992 Y 1993.
Para poder dimensionar lo que significó para San Benito el funcionamiento a pleno de la planta de fabricación de ladrillos comunes, se quemaban por sistema tradicional de horno de hasta 130.000 adobes, tarea que demandaba entre cinco y seis días de trabajo continuo.
El horno de llama invertida se hizo para complementar la producción; allí se hacía el material más caro, el ladrillo para vista, ya que el sistema permitía un excelente quemado y con muy poco producto de segunda, como se llama al que sale quemado con menor temperatura.
Las boquillas eran cuatro de cada lado y tenían unos 120 centímetros de profundidad de afuera hacia adentro, con una pared perpendicular dentro el horno, que llegaba hasta 50 centímetros antes de la bóveda del techo.
¿Y QUÉ FUE DE ESTE MATERIAL REFRACTARIO???
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