“SAN DIONISIO” HA CAÍDO EN LA MALA
Es digno recordar aquellos años en los que Oscar Dionsio Acosta miraba a todos desde arriba del caballo, cual si estuviera en los pajonales de arroyo El Quebracho donde se crió de niño a instancia de los Maidana y de los Van Asten.
Todo era posible para nuestro benemérito burgomaestre y, aún cuando los radicales benitenses (¡cuando no!) de la mano de Corona y Cía. le imploraban al gobernador Montiel que lo destituyera, supo salir a flote a duras penas y conservar el cargo.
Y terminó su mandato.
En el camino quedaron muchos afectados. Tal vez al que mayor ‘favores’ le hizo fue a su antecesor Aníbal González a quien lo denunció y, al conocerse el fallo que lo dejó “libre de culpa y cargo”, le negó el derecho a percibir los salarios caídos y hasta lo privó del derecho del aporte jubilatorio, algo que unos años más tarde él logró a instancia de la justicia cuando obligó a su sucesor Vásquez Pá a pagarle la suma de doce mil pesos por sus salarios caídos.
Quienes nos dedicamos a recopilar información para darle sustento documental a la historia que seguirá a nuestro paso por la vida, nos damos el gusto de recorrer toda esa información acumulada para no perder de vista la línea conductora, la trama intrincada de lo que va sucediendo todos los días.
Allí tropezamos con este pasado casi reciente.
Pasado aquel vendaval montielista tras la caída de De la Rúa nuestro Oscar Dionisio Acosta declaró en una oportunidad que a él lo llamaban en San Benito “San Dionisio”.
¡Vaya comparación! ¡Nada menos que San Dionisio, emulando a aquel que en el Siglo II fuera Obispo de Alejandría, puesto por el Papa San Cornelio y quien fuera un perseguido de los paganos y confinado en el desierto de Libia!
Mas bien era la antítesis, ya aquel fue un sabio y de los mejores intérpretes de la Biblia y el nuestro, el de entrecasa, un burro agrandado de la cabeza los pies.
Lo cierto es que nuestro “San Dionisio” ha caído en la mala, a instancia de quien lo empujó un poco al abismo político Vásquez Pá, su ex socio comercial a quien le cambiara un tractor sin papeles por los dos terrenos donde se encuentra en la actualidad el Cajero del Bersa.
Pero el golpe de gracia se lo dio su propia cuñada, Patricia Mariela Aguirre, a quien conoció en tiempos de la jugosa militancia oficial, aun antes de haber conocido a su hermana, la que finalmente se transformó en su compañera de viaje.
Y eso… merece un capítulo aparte.
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