Estaba
anocheciendo y una monja estaba caminando por la
calle.
De repente una rubia guapa se ofrece a llevarla en su coche.
Muy
agradecida la monja aceptó y se subió al automóvil, un reluciente FERRARI rojo
con asientos de piel, equipo de sonido BOSÉ y como 100 cosas extras más.
-
¡Qué
bello auto tiene usted! - comentó
la monja - debe haber trabajado mucho para poder comprarlo, ¿verdad?
-
-No,
no fue así hermana, la verdad es que me lo regaló un empresario que se acostó conmigo
durante algunos meses.
La
monja no dijo nada, y mirando hacia el asiento de atrás
vio un bellísimo abrigo de visón y le pregunta nuevamente a
la rubia:
-
Su
abrigo es muy bonito, le debe haber costado una
fortuna!!!
-
En
verdad no me costó nada, me lo regaló un jugador de
fútbol
por haber pasado con él un par de noches.
La
monja tampoco dijo nada y ya no habló más durante todo el
viaje.
Llegando
al convento se fue a su cuarto y se acostó.
De
pronto alguien toca la puerta.
- ¿Quien
es? - preguntó
la monja.
- ¡Shhhhhhh, soy yo… el Padre PEDRO!!!
-
¿Sabe
qué Padre?... ¡Se puede ir a la mierda con sus putos
chocolatitos.......!!!"
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