Tribuna de Opinión
Por ANIBAL GONZALEZ COMAS
NO VIVIMOS EN UNA ISLA
Esa es la verdad. No vamos a pretender creernos que somos la excepción de la regla.
En nuestro país la delincuencia es el resultado de las erróneas políticas implementadas desde el propio estado.
El fomento, el abono que más energía le da al crecimiento de la delincuencia es – sin lugar a dudas – la proliferación de los afamados planes sociales de emergencia que se sintetizan en “no trabajes, yo te mantengo, vení cuando te necesito”.
La nueva forma de vivir en nuestro país – de los planes del gobierno – hace que haya una amplia franja de la población que puede levantarse a cualquier hora, que puede tener horas y horas de ocio, que practica el ‘alpedismo’, que tiene tiempo suficiente para usar la cabeza para soñar con la manera de tener más comodidades lo más rápido posible, etc.
El nudo de esta situación que vivimos los argentinos está ahí – aunque no es el único ¡con toda seguridad! Pero en lo que respecta a la delincuencia ‘no profesional’ ese el origen.
No es que estamos divagando, sino que la experiencia que existe en ese sentido acerca de lo ocurrido en otros países ha sido así; depende del tiempo que se prolonguen los planes de emergencia social, pero mientras no se prioricen urgentes políticas de ocupación plena, de generación de empleo genuino, de salarios dignos, no vamos a corregir lo que ya es un estilo de vida para muchos.
Se impone el combate frontal a la droga.
Se impone el estudio de un “compromiso con la patria” a una determinada edad de los jóvenes, algo que suplante el servicio militar, pero que sirva para orientar, educar, motivar a los mismos.
Se impone una política de educación seria y severa.
Se impone un estado funcionando con el consenso de todos los sectores, con coincidencias en cuestiones puntuales como ésta, con un pacto que contemple el rumbo que vamos a tomar en todos los órdenes, pero fundamentalmente en lo que respecta a la formación de los que vienen para ir modificando el rumbo de manera progresiva.
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