miércoles, 8 de junio de 2011

HEBE…ESA LADRONA


(Por Omar Bello en “La Vida es Bello”)
La única forma de evitar que una causa noble termine corrompiéndose, es lograr que se convierta en propiedad de todos. Si queda sólo en manos de las víctimas, afrontará el mismo destino de los nobles que se casan entre ellos, exponiéndose a todo tipo de enfermedades.
Con sabiduría, los judíos universalizaron el Holocausto; ningún ser humano bien nacido puede sentirse ajeno a lo que pasó, y no hay bandería política que haya logrado apropiárselo en los últimos sesenta años. Quienes padecieron el horror de los campos de concentración están en primera fila, pero detrás venimos los demás. Por algo se trata de crímenes de lesa humanidad.
Desde su evidente asociación con el kirchnerismo, las Madres iniciaron un peligroso coqueteo con la politiquería cuyos tristes resultados empiezan a verse ahora a partir del escándalo Schoklender. En encierro entre pares (el mismo que la lleva a descartar periodistas poco afines en los actos), la pone en manos de personajes inescrupulosos, y aunque nadie se anime a decirlo, la deja al borde de la sospecha. Porque símbolo universal y todo, resulta difícil pensar que no veía nada de lo que pasaba a su alrededor.
A nivel mundial, las causas que llegaron a buen puerto crecieron en base a dos pilares. Por un lado, el castigo a los culpables; por otro, el abrazo a todos aquellos que no deben ser vencidos, sino convencidos. La construcción de casas no parece relacionarse con ninguna de esas columnas fundamentales, y si se la considera amanera de “homenaje a los hijos desaparecidos”, deja bastante que desear.
La generación setentista quería cambiar el mundo, no construir hogares para los pobres a precio de oro. De comprobarse la malversación de fondos, es probable que en el contexto de la lucha de las Madres, la avivada signifique poco. El empecinamiento de Hebe por reclamar el título de propiedad sobre los horrores de la dictadura, de robarle la causa al grueso de la sociedad argentina para entregársela en bandeja al kirchenerismo, sí es un error enorme que reduce los supuestos manejos de Schoklender al tamaño de un poroto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario