martes, 7 de junio de 2011

EL RECUERDO PARA UN HIJO DE SAN BENITO QUE QUEDÓ EN MALVINAS

A GUIDO ANTONINO MARIZZA

Un hijo de San Benito
Que recuerdo con dolor
Tiene pa’ siempre el honor,
En la dejada plazita
De legar su testamento
En el sobrio monumento
Qu’en el mástil lo eterniza
Por ser un héroe de guerra,
Ese hijo d’esta tierra:
GUIDO ANTONINO MARIZZA.

¡Esta es la historia precisa!:
en un rincón de Argentina,
allá en las Islas Malvinas
se quedó el TOTO MARIZZA;
en las frías aguas del sur,
desconociendo el albur
de aquella guerra perdida,
que nunca lo debió ser,
cumpliendo con su deber,
dejó pa’ siempre su vida.

Con el tiempo no se olvida
Esa guerra despareja,
Se puede escuchar la queja
Que en nuestro pecho trepida,
Y se ahoga en el corazón,
¡es que aún fluye la ilusión
de recobrar esas tierras
de la turba y del pingüino,
que por cosas del destino
nos ha robado Inglaterra.

¡Más que mojón. Una espina!
Tenemos en San Benito,
Recuerdo en un monolito
De un retazo de Argentina,
Así, en los tiempos remotos,
Siempre se recuerde al Toto,
Un héroe de la Nación,
Qu’en el frío territorio
Con un misil el corsario
Le derribara su avión.

Habrá siempre en la Plazita
Un homenaje a la acción
del hombre y su vocación;
Recuerdo que nos invita
A pensar con esperanza,
Con fe y con mucha confianza
Que hay razones valederas
Para poder afirmar
Que allá volverá a flamear
Nuestra gallarda bandera.

Es cierto que hay un rosario
De hombres y de mujeres,
Qu’en sus diversos quehaceres
Hacen patria en un calvario
De pobreza franciscana,
En su arduo ir y venir,
Cada cual con su labor,
Para abonar con honor
El árbol del porvenir.

Me animo a decir igual:
¡Los héroes son necesarios!,
en hechos extraordinarios
se transforman como tal,
dejan de ejemplo la acción;
por eso hago esta oración,
queriéndolo homenajear
al amigo de la infancia,
quién luego, con su arrogancia,
fue a la vida militar:

“TOTO, aquí hay un lugar,
abrazado al mástil patrio,
 y a pocos pasos del atrio
donde Dios tiene su altar,
recuerdo del gesto hermoso,
del accionar generoso
que tu vida se cobró,
para que toda la gente
te tenga siempre presente
tu pueblo lo construyó.

Ahí hacías tus locuras
Allá en los años sesenta,
Luego de hacer las cuentas,
¡esa canchita del Cura!,
entre piedras y cadillos,
esquivando los espartillos
le dabas a la pelota,
con gurises d’estos pagos;
¡siempre había en los picados
mucha bronca en la derrota!

¡Qué lindos días aquellos,
parece que fuera ayer!
Tardes enteras correr
Hasta quedar sin resuello;
Capaz que hoy serás el mismo,
Que antes de ir a catecismo,
En una muestra de alarde,
Con picardía y soltura,
Lo mareabas hasta al cura
Los sábados por la tarde...

...Seguro te habrás de encontrar
con San Pedro.. o qué se yo..
 capaz.. con el mismo Dios
en algún rato has d’estar...
decile... querido hermano...
que nos dé su sabia mano...
¡no te vayas a olvidar..!
que nos tire una “aliviada”
porque en esta marejada
hoy... nos podemos ahogar...

Hay mucho para implorar
Esa es la pura verdad,
Igualmente... recordá...
Si la ocasión se presenta...
Decile que tenga en cuenta
A todos nuestros gurises,
¡No los deje de atender¡
¡que tengan algo, pa’ ser,
toda su vida: felices..!

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