miércoles, 9 de octubre de 2013

BOUDOU Y UN GOBIERNO ESPUPEFACTO

Tribuna de Opinión
Por RICARDO KIRSCHBAUM
Cuando Chacho Alvarez renunció como vicepresidente de la Nación en repudio de lo que él consideró un acto de corrupción del Gobierno que él integraba para aprobar una ley, la reacción del elenco de Fernando de la Rúa fue “mostrar gestión” y “hacer política”. Distintos voceros de entonces se sucedieron ante micrófonos y en algunos programas para tratar de demostrar que el Gobierno todavía tenía pulso y negar el innegable y contundente impacto que tuvo esa solitaria renuncia sobre el andamiaje político de la Alianza.
Poco tiempo después, la “muestra de gestión” se extinguió porque era difícil exhibir lo que no había. La estela de la causa por la que Alvarez dimitió todavía está entre nosotros.
La situación actual no tiene parangón con aquella que ocurrió hace 13 años. Sin embargo, hay una orden similar que busca mostrar que el Gobierno ni está en emergencia ni quedó paralizado por el hematoma subdural de Cristina. También ahora salen a “mostrar gestión” y todos se mueven frenéticamente, en una hiperactividad que deja sospechas sobre la inacción anterior.
El primero de esos frenéticos es Boudou, vicepresidente a cargo del Poder Ejecutivo. La de Boudou es una situación paradójica: se hizo cargo de la Presidencia en su peor momento político, cuando le habían quitado todo protagonismo por su seria situación judicial. Es investigado, entre otras cuestiones, por tráfico de influencias en el caso Ciccone y por enriquecimiento ilícito.
Los estrategas habían decidido pasteurizar la campaña. En ese contexto, Boudou no sólo no ayudaría a recuperar votos sino que, peor aún, hasta ahuyentaría alguna franja de los propios. Entonces se decidió prescindir de sus servicios y ahorrar a los militantes sus desafinadas performances con La Mancha de Rolando, la banda preferida del vicepresidente y del presupuesto oficial.
Pero Boudou es el vicepresidente elegido junto a Cristina (ella fue su única electora). La Constitución establece en su artículo 88 que en caso de enfermedad del Presidente, el Vice debe asumir. Nada para objetar institucionalmente.
Sin embargo, el kirchnerismo se dio cuenta de que Boudou, ahora, necesita ser arropado. Volvieron entonces los elogios a un personaje que estaba al margen, como abandonado a su suerte. Filmus, Conti, Forster, candidatos kirchneristas, salieron en fila a reivindicar su pertenencia al “modelo”. No importa si Boudou está enchastrado en la investigación judicial. Lo que pesa es que está al frente de un gobierno estupefacto por la patología que afectó a Cristina.

“Mostrar gestión” con Boudou (que intenta vanamente imitar a Cristina en los discursos) es una tarea ímproba porque su credibilidad está letalmente dañada. Como dijo ayer Julio Blanck, Boudou Presidente es la peor derrota del relato.

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