LA VERDAD Y LA MENTIRA EN POLÍTICA

Nada vamos a descubrir si afirmamos que en política no siempre dos más dos es cuatro. Desde 1983 a la fecha la política ha ido creciendo, incorporando nuevos estilos, nuevas prácticas, pero también crecieron los vicios y se agigantó la impresión popular que la política es una elite que no corre paralela a los avatares de la vida diaria de cualquier hombre común.

Entre las cosas que más sorprenden se puede destacar que hoy nadie se alarma si los políticos se enriquecen a costilla de los fondos públicos; el común denominador es, por lo menos, la frase consuelo: “todos roban…mientras hagan algo que roben”.

NO HACE MUCHO TIEMPO QUE ÁNGELVÁSQUEZ NOS DECÍA QUE EL CONDUCTOR
ERA JORGE PEDRO BUSTI...

En materia de mentiras está la historia de la lealtad, de la famosa píldora dorada de la lealtad que venía a cubrir un oculto sistema facho lleno de aprietes, presiones, cambio de figuritas y otras tantas jugadas de la política real que, por cierto, está bastante lejana a la que nos pintan alegremente desde los medios.  

JORGE BUSTI ESTUVO EN SAN BENITO FLANQUEADO
POR ÁNGEL VÁSQUEZ, UN DESCONOCIDO AL QUE ÉL LE DIO UN PAR DE ALITAS...

Eso es lo que se ejerce de arriba hacia abajo, pero en este nivel no es todo diferente; también las especulaciones están a la hora del día y la palabra lealtad se conjuga con las palabras conveniencia,  beneficio personal, acomodo y … una buena renta, si es posible con una chequera oficial para manejar a discreción. Cuando se dan están condiciones el significado de  ‘lealtad’ es trastocado con una batería de acusaciones para justificar lo injustificable.

No hay que ir muy lejos. En San Benito tenemos el palpable ejemplo del valor de la lealtad ´bien entendida’. ¿Quién no recuerda aquellos tiempos cuando don Jorge Pedro era nada menos que un dios, el Conejo era el mote cariñoso, y ‘Jorge’ era el nombre propio que afloraba cada tres palabras en nuestro controvertido intendente? ¿y para qué más?

No hacen falta más palabras.

Lealtad no existe; hay oportunismo, especulación y ambición que se anteponen y se adecuan para bastardear el verdadero sentido de aquella mítica palabra que llegó en andas con Perón.