jueves, 6 de junio de 2019

MALETA DE LOS RECUERDOS... PARA IRSE Y VOLVER EN UN INSTANTE!!!


Hace muchos años, cuando era muy pichón y le pisaba los garrones a los años sesenta en el pasado siglo veinte, había días en que las acciones rutinarias me cundían de desasosiego y siempre encontraba la paz interior cuando repasaba en gastadas páginas los versos del célebre cura poeta don Raúl Agustín Entraigas…
Sus gratos versos me cautivaban la imaginación y me permitían volar por las inmensidades...
Eran momentos para olvidarme de todo…
Pasaron cerca de sesenta años y hoy regresaron al recuerdo aquellas hermosas experiencias que comparto, por si acaso hiciera falta.
¡Tengo la tentación de revivir aquellos tiempos de "Los Versos de Don Irala"... pero no... será en otro tiempo..!
Díganme si no es oportuno, tan cercano y tan distante leer este paisaje de nuestro gaucho enclavado en las agrestes pampas...
Díganme si en los días, en los meses y en los años las patéticas menciones en el bronce y en las placas sirven de algo, cuando se alcanzan silenciando como cómplices las maldades, la barbarie, la democracia del bolsón y de las chapas...

CANTO AL GAUCHO
   Préstame tu melopeya,
Famosísima calandria,
Porque tengo que cantar a tu “aparcero”
Al centauro legendario de las pampas;
Que endulzó sus horas tristes
Con tu voz y gratísima compaña,
Trasegando tu armonía
En el hondo manantial de su guitarra;
¡Que sus cantos son rapsodias
De sublimes melodías de calandrías!...
…………………………………
  Ya se hundió el luminar de la hidalguía,
Sólo quedan los destellos de su fama.
   Se fue el gaucho.
Lo llevaron enredado entre sus mallas,
La tristeza, los recuerdos,
¡Las nostalgias!

   Se fue triste. Era una tarde.
Yo lo he visto sobre el viejo “malacara”
Que avanzaba al “Trotecito”. Iba agobiado
Bajo el grávido equipaje de sus ansias;
¡Que no hay fardo que así pese
Como el fardo de las penas en el alma!

    Se fué solo. Bajo el poncho no ha llevado
Más que penas y dolor… y la guitarra;
Pues si existe algún remedio
Para el golpe del puñal de la desgracia,
Es el fármaco vital de los estilos,
Es el bálsamo lustral de las vidalas…
   Lo empujó hacia los desiertos
El avance arrollador de las olas humanas;
Lo envolvieron unas nubes de progreso
Que asfixiaban!
Lo ofuscaron esas negras espirales
Que empenachan los talleres y las fábricas;
Lo arrastraron los secuaces de las furias,
Que devoran, como monstruos, las distancias.
   ¡Ah! las tardes veraniegas,
¡Ah! las tibias noches claras
Que pasábase floreado en el alero
A los besos de esa luna siempre pálida!
¡Qué de arpegios! ¡Qué cadencias
No arrancaba a su guitarra
Difundiendo melancólicas dulzuras
Por el ámbito infinito de las pampas!...
   Ya los ruidos estridentes de ciudades
Y el jadeo sofocado de las fábricas
Ahuyentaron ese ritmo peregrino
Que gemían tristemente las guitarras;
Esfumaron esos cuadros de la pampa,
Los dulcísimos idilios,
Las ternísimas baladas;
Y extinguieron en el gaucho
La hidalguía que era el sello de la raza.
   Ya se ha hundido el luminar de la hidalguía,
¡Sólo quedan los destellos de su fama!
Ya han rendido su alta copa los ombúes,
¡Los patriarcas!
Los que otrora recibían vasallaje
De los sauces, los lapachos y los talas;
Los que otrora presidían la campiña
Con su efigie mayestática y bizarra,
Su follaje ayer delicia de las aves,
Paraninfo colosal de la calandria,
Hoy son restos funerales,
Troncos viejos, yertas ramas,
Que retuercen su ludibrio
Cuando pasan
Restallando, como furias, los pamperos
Impulsados por los genios de la pampa…
   Pero quedan sus raíces.
¡Quién arranca
Los tentáculos de acero que han hundido
De la tierra aglutinante en las entrañas!
    Así el gaucho, echó raíces
En la gleba americana.
El pasó como un ensueño visionario,
El pasó como un fantasma;
Pero quedan hondas huellas de su paso,
Imborrables, siempre claras,
Porque supo donde había de imprimirlas:
¡En el alma!
   Desde entonces es el alma de los criollos
El sublime relicario de una raza
Que vivió una diáfanas de gloria,
Que soñó en las horas rojas de la hazaña,
Que murió como la flor de los eriales
Agostada por el sol de sus nostalgias,
Y dejó de sus recuerdos
Empapado el escenario de la pampa…
   Y por eso el gaucho “vive”.
Vive triste en las patéticas tonadas
Que musitan sobre el surco los labriegos,
O que cantan en el tambo las muchachas;
Vive alegre y laborioso
En las ásperas faenas de la “estancia”;
Vive envuelto en el misterio,
De la histórica “tapera” abandonada;
Vive errante y peregrino
En las hondas soledades de sus pampas;
Vive y sueña en los “estilos”,
Vive y sueña de las “vidalas,
Vive y sueña en los “malambos”,
Vive y reza en los compases de las zambas.
    (Hoy el gaucho es un espíritu:
El espíritu inmortal de las guitarras).
…………………………………………
Vivirás noble centauro legendario,
Como fibra de la raza,
Mientras alce su cumbrera
Un ranchito allá en la pampa;
Mientras haya en los rodeos
Un “trenzao” y hacienda brava;
Mientras digan los poetas en sus versos
Lo que sueñan en las noches de sus almas;
Mientras rimen los acentos de los bardos
Con el eco arrullador de las guitarras;
Mientras lleven las vihuelas en sus flecos
La simbólica bandera azul y blanca;
Mientras vibren en el alma de los vates
Las cadencias no aprendidas de la Patria;
Mientras lleven enredados los troveros
En el mágico cordaje de sus arpas,
un retazo de los cielos argentinos…
… ¡Y un retazo de su pampa!...


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