LA GRIETA RADICAL: RELIGIÓN VERSUS POLÍTICA
De la tiza y el pizarrón para
enseñar las primeras letras... al facón artero de un maestro criminal que terminó con la vida de un
ciudadano de María Luisa, que era hermano de la directora de la escuela que
funcionaba bajo la regencia del culto católico.
COMENTARIO PRELIMINAR
Corría el año 1919, en Argentina
gobernaba el radical Juan Hipólito del Sagrado Corazón de Jesús Yrigoyen (primer
presidente elegido por el voto universal, obligatorio y secreto) y en nuestra provincia
gobernaba el radical Celestino Marcó, a quien acompañaba como Vice Enrique
Mihura.
La oposición en Entre Ríos era
ejercida por la Concertación, con predominio del Partido Demócrata Progresista
que todavía lideraba Lisandro de la Torre a nivel nacional (con presencia en
algunas provincias y muy fuerte en Santa Fe).
Una de las discusiones instalada
en nuestro país desde la sanción de la Ley N° 1420 por parte del presidente
Julio Argentino Roca el 8 de julio de 1884 (que contemplaba la enseñanza común,
gratuita y obligatoria) era – precisamente - la enseñanza religiosa en las escuelas.
Por 1919 la discusión persistía y la influencia de las logias masónicas se
hacía notar desde el propio gobierno nacional. Las opiniones eran disímiles
y uno de los defensores a ultranza de prohibir la enseñanza religiosa en las
escuelas era por entonces el famoso escritor Leopoldo Lugones.
También, vale la pena
clarificarlo, en Entre Ríos las logias masónicas tenían mucha influencia en los
distintos niveles gubernamentales y la aversión hacia la enseñanza religiosa en
las escuelas públicas era notoria y desde el estado se actuaba en orden a la
misma.
En ese sentido (y en el caso
puntual de María Luisa) el concepto de laicidad en las escuelas
estaba fuertemente instalado y en varios casos el gobierno de Entre Ríos
instalaba en los pueblos donde las escuelas eran subvencionadas por los credos
religiosos una escuela pública paralela, lo que era entendido por algunos
vecinos de los mismos como una especie de competencia.
Eso sucedía en la localidad de
María Luisa del Departamento Paraná en 1919.
La escuela que funcionaba allí desde
1898/1899 era la que sostenían los vecinos allegados a la iglesia católica y
que estaba instalada al lado de la capilla. La directora y maestra desde ese
tiempo y hasta este caso policial que nos ocupa era la Sta. Bárbara Schönfeld, diplomada
por el H. Concejo G. de Educación cuyo sostenimiento económico dependía de la
contribución del vecindario que mandaba sus hijos a recibir la enseñanza primaria,
la que se le complementaba en un horario distinto con las clases de catecismo.
En 1915 el gobierno provincial instaló
una escuela primaria, enfrente de la escuela parroquial, con resultados muy negativos,
pese a las presiones que se ejercían sobre los vecinos y colonos de los campos
circundantes. Por abril de 1919 la situación era más que preocupante para las
autoridades educativas provinciales ya que solo tenía una matrícula de tres
alumnos.
Al iniciarse el mes de abril,
Rivas había dirigido al Director del Concejo de Educación una nota la que fue
también publicada por un diario de Paraná en la cual vertía un poco su odio
contra la religión, llamando a las escuelas donde se enseña el catecismo con
una insolencia sin igual poco más o menos “criaderos de brutos” y al personal
docente “degolladores”.
EL HECHO SANGRIENTO: CRIMEN DE
JUAN SCHÖNFELD
El miércoles 23 de abril de 1919,
en horas del atardecer otoñal y en el ámbito de la mansedumbre pueblerina, un
grupo de vecinos de María Luisa regresaba de un camino vecinal adonde había
concurrido solidariamente para trabajar en su arreglo y habilitar el paso que
conducía hacia la ciudad capital. Antes de retirarse a sus casas aquellos
vecinos convinieron en pasar por un almacén para refrescarse después del
trabajo comunitario que habían realizado. Fue así que llegaron hasta el boliche
de don Juan Enzenhofer.
Allí estaba, como era su hábito
cuando no estaba en su escuela, el maestro Rivas. La situación era insostenible y
el trabajo de aquel maestro corría peligro, aunque desde el Concejo a través de
la Sub Inspección Escolar hacían esfuerzos para salvarlo; por esta razón Rivas
no ocultaba su odio hacia la familia de Bárbara Schönfeld.
No pasó mucho tiempo para que
Rivas retomara la discusión instalada respecto a la escuela católica y con
expresiones bajas e incultas se dirigió al hermano de la directora, don Juan
Schönfeld y a los demás que lo acompañaban. La breve discusión no fue más que
eso y nada hacía prever que sobrevendría un desenlace desgraciado y criminal,
ya que el propio Rivas se retiró a una pieza contigua al salón donde estaba el
despacho de bebidas.
Al retirarse la mayoría de los
vecinos quedaron en el almacén Juan Schönfeld y Juan Ulrico o Ulrich, hablando
con Juan Enzenhofer con la intención de obtener de él la firma para una nota
colectiva dirigida al Gobernador de la Provincia, pidiendo su intervención en
el asunto de las escuelas.
Juan Schönfeld, atraído por la
curiosidad, porque no cabe otro móvil, se acercó al cuarto, tras cuyo dintel
había desaparecido Rivas, pronunciando estas palabras:
-
¿y el maestro que hace aquí dentro?...
Dicho esto... avanzó pocos pasos,
para volver rápidamente al salón y prorrumpir en el angustioso grito:
-
Estoy herido!!!
C (CONTINUARÁ)
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