lunes, 19 de abril de 2021

RIVAS: UN MAESTRO ASESINO EN MARÍA LUISA

 LA GRIETA RADICAL: RELIGIÓN VERSUS POLÍTICA

De la tiza y el pizarrón para enseñar las primeras letras... al facón artero de un maestro criminal que terminó con la vida de un ciudadano de María Luisa, que era hermano de la directora de la escuela que funcionaba bajo la regencia del culto católico.

COMENTARIO PRELIMINAR

Corría el año 1919, en Argentina gobernaba el radical Juan Hipólito del Sagrado Corazón de Jesús Yrigoyen (primer presidente elegido por el voto universal, obligatorio y secreto) y en nuestra provincia gobernaba el radical Celestino Marcó, a quien acompañaba como Vice Enrique Mihura.

La oposición en Entre Ríos era ejercida por la Concertación, con predominio del Partido Demócrata Progresista que todavía lideraba Lisandro de la Torre a nivel nacional (con presencia en algunas provincias y muy fuerte en Santa Fe).

Una de las discusiones instalada en nuestro país desde la sanción de la Ley N° 1420 por parte del presidente Julio Argentino Roca el 8 de julio de 1884 (que contemplaba la enseñanza común, gratuita y obligatoria) era – precisamente - la enseñanza religiosa en las escuelas. Por 1919 la discusión persistía y la influencia de las logias masónicas se hacía notar desde el propio gobierno nacional. Las opiniones eran disímiles y uno de los defensores a ultranza de prohibir la enseñanza religiosa en las escuelas era por entonces el famoso escritor Leopoldo Lugones.

También, vale la pena clarificarlo, en Entre Ríos las logias masónicas tenían mucha influencia en los distintos niveles gubernamentales y la aversión hacia la enseñanza religiosa en las escuelas públicas era notoria y desde el estado se actuaba en orden a la misma.

En ese sentido (y en el caso puntual de María Luisa) el concepto de laicidad en las escuelas estaba fuertemente instalado y en varios casos el gobierno de Entre Ríos instalaba en los pueblos donde las escuelas eran subvencionadas por los credos religiosos una escuela pública paralela, lo que era entendido por algunos vecinos de los mismos como una especie de competencia.

Eso sucedía en la localidad de María Luisa del Departamento Paraná en 1919.

La escuela que funcionaba allí desde 1898/1899 era la que sostenían los vecinos allegados a la iglesia católica y que estaba instalada al lado de la capilla. La directora y maestra desde ese tiempo y hasta este caso policial que nos ocupa era la Sta. Bárbara Schönfeld, diplomada por el H. Concejo G. de Educación cuyo sostenimiento económico dependía de la contribución del vecindario que mandaba sus hijos a recibir la enseñanza primaria, la que se le complementaba en un horario distinto con las clases de catecismo.

En 1915 el gobierno provincial instaló una escuela primaria, enfrente de la escuela parroquial, con resultados muy negativos, pese a las presiones que se ejercían sobre los vecinos y colonos de los campos circundantes. Por abril de 1919 la situación era más que preocupante para las autoridades educativas provinciales ya que solo tenía una matrícula de tres alumnos.

Al iniciarse el mes de abril, Rivas había dirigido al Director del Concejo de Educación una nota la que fue también publicada por un diario de Paraná en la cual vertía un poco su odio contra la religión, llamando a las escuelas donde se enseña el catecismo con una insolencia sin igual poco más o menos “criaderos de brutos” y al personal docente “degolladores”.

EL HECHO SANGRIENTO: CRIMEN DE JUAN SCHÖNFELD

El miércoles 23 de abril de 1919, en horas del atardecer otoñal y en el ámbito de la mansedumbre pueblerina, un grupo de vecinos de María Luisa regresaba de un camino vecinal adonde había concurrido solidariamente para trabajar en su arreglo y habilitar el paso que conducía hacia la ciudad capital. Antes de retirarse a sus casas aquellos vecinos convinieron en pasar por un almacén para refrescarse después del trabajo comunitario que habían realizado. Fue así que llegaron hasta el boliche de don Juan Enzenhofer.

Allí estaba, como era su hábito cuando no estaba en su escuela, el maestro Rivas. La situación era insostenible y el trabajo de aquel maestro corría peligro, aunque desde el Concejo a través de la Sub Inspección Escolar hacían esfuerzos para salvarlo; por esta razón Rivas no ocultaba su odio hacia la familia de Bárbara Schönfeld.

No pasó mucho tiempo para que Rivas retomara la discusión instalada respecto a la escuela católica y con expresiones bajas e incultas se dirigió al hermano de la directora, don Juan Schönfeld y a los demás que lo acompañaban. La breve discusión no fue más que eso y nada hacía prever que sobrevendría un desenlace desgraciado y criminal, ya que el propio Rivas se retiró a una pieza contigua al salón donde estaba el despacho de bebidas.

Al retirarse la mayoría de los vecinos quedaron en el almacén Juan Schönfeld y Juan Ulrico o Ulrich, hablando con Juan Enzenhofer con la intención de obtener de él la firma para una nota colectiva dirigida al Gobernador de la Provincia, pidiendo su intervención en el asunto de las escuelas.

Juan Schönfeld, atraído por la curiosidad, porque no cabe otro móvil, se acercó al cuarto, tras cuyo dintel había desaparecido Rivas, pronunciando estas palabras:

-          ¿y el maestro que hace aquí dentro?...

Dicho esto... avanzó pocos pasos, para volver rápidamente al salón y prorrumpir en el angustioso grito:

-          Estoy herido!!! 

C  (CONTINUARÁ)

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