por Alejandro Borenztein (hijo de Tato Bores)
Quiero aclarar que voy a escribir con las entrañas y que lo que voy a decir no es políticamente correcto. Es lo que siento y lo que alcanzo a razonar.
No voy a cambiar ahora mi punto de vista sobre NK.
Lo que pensaba el 26/10 lo sigo pensando hoy.
El tipo no me gustaba y por lo tanto sigue sin gustarme.
Que se haya muerto no agrega nada a la figura del sujeto.
Se murió, punto. Como nos vamos a morir todos.
Una muerte repentina no lo hace mejor.
No se murió Martin Luther King, ni Gandhi, ni la Madre Teresa.
Se murió un tipo que hizo de su vida política un enfrentamiento constante, que favoreció y estimuló las antinomias, que llenó de bronca, malos modos, desprecio, y falta de educación la sociedad argentina.
Se murió un tipo que se autodenominó como de la juventud revolucionaria y que en 1976 se escapó al sur ante el ruido del primer petardo, y fue amigo de los militares torturadores.
Se murió un tipo que se autoerigió como el defensor único de los derechos humanos, ignorando todo lo hecho por otros gobiernos, y al que nunca ante se le había conocido militancia social.
Se murió un tipo que cuando ardían los cuerpos de 200 personas en Cromagnon se escapó a refugiarse en su guarida sureña y que no apareció por la capital hasta tres días después.
Se murió un tipo que acrecentó su fortuna en 55 millones de dólares en dos años y que hizo desaparecer 500 millones de dólares.
Se murió un tipo que se agarró el testículo izquierdo cuando nombraron a un ex presidente en el congreso, dando muestras de su fascinante educación y que después negoció con el mismo ex presidente su voto en el senado.
Se murió un tipo que, lamentablemente, mostró lo peor de la sociedad en cuanto al respeto por el otro.
Se murió un tipo que a un porcentaje importante de la sociedad nunca respetó.
A la que siempre hostigó. Y no hablo de los que tienen guita, ellos se defienden solos. Me estoy refiriendo a los que simplemente no pensábamos como él
Se murió un tipo que nunca debatió ideas. Que su forma de ejercer la política era tirar a la banquina al que no pensaba igual.
Se murió un tipo que no respetaba, al que no compartía su opinión.
Más cuando se trata de gente que ha influido o influye en las vidas de la gente común como nosotros, como son los políticos.
No me puse a llorar cuando me enteré, pero la verdad es que tampoco me entristecí.
No me conmueve ver a su esposa al lado del féretro, ni a Hebe de Bonafini llorar.
Se murió un tipo que a mí no me gustó nunca, a pesar que en algunos o muchos casos he estado de acuerdo con lo que hacía. Pero no cómo lo hacía.
No estoy feliz, ni triste”.
Alejandro Borenztein