Editorial:
Aníbal González Comas
AL ENFRENTAMIENTO EN EL OFICIALISMO LO ANUNCIAMOS DESDE UN PRINCIPIO.
Cuando el diputado y propietario de nuestra comuna salió por los medios a negar enfáticamente que pudiera haber roces entre el Ejecutivo y el C. Deliberante, nosotros continuamos con nuestro estilo sin inmutarnos, pese a que se cansó de decir que todo era producto de las “páginas truchas”.
¡Vaya trucha que pescó Ángel Vásquez con nuestro blog!...¡Más que trucha es un surubí del alto Paraná!
En esa oportunidad se quiso tapar el sol con la mano para evitar el escándalo en niveles superiores, donde se pretendía pasar desapercibidos, o más bien, donde se quería demostrar que no había fisuras en el oficialismo local.
Pagamos nosotros el precio del insulto sabiendo que más temprano que tarde el juego escalera de dominó jugaría a nuestro favor; era cuestión de que una pieza imponga peso específico.
Efectivamente, poco duró el idilio superficial entre Vásquez y Massei, ya que subyacía un problema insoslayable. Y en esto creo que tiene razón Almará cuando en Radio La Voz calificó el enfrentamiento como una “cuestión de dinero”.
A decir verdad, el problema tiene su origen en la diferencia económica. Cuando Eduardo Massei vio que su cotización por haber acompañado al candidato a intendente en la boleta triunfadora en las elecciones estaba por el suelo, estalló de ira. No era para menos.
El Vice Intendente había cotizado 3.800 nacionales por mes. 182.400 mangos a recoger en toda la gestión. Había una diferencia abismal con el sueldo, por ejemplo, de un vulgar asesor, sin responsabilidad institucional más que la de mover la ‘sin huesos’ de acuerdo al estado del tiempo, que embolsaría 14.000 mangos todos los meses lo que redondeaba unos 672.000 pesos entre 2011 y 2015.¡La diferencia era brutal!...¡cualquiera en este caso zapatearía a lo Alejandro Ledesma Vera!
Allí comenzaron las divergencias.
El reclamo no se hizo esperar y, fieles a su estilo, desde la cúpula del vasquismo redoblaron la apuesta y fueron por más; la respuesta al planteo informal (ya que estos valores a cobrar fueron aprobados por el actual H. Concejo) del Vice Intendente tuvo como contra partida la reacción furiosa del diputado A. Vásquez quien le ordenó a su hijo que eliminaran al carnicero del registro de proveedores de la municipalidad.
¡Allí es cuando se pudrió todo!
Esta medida significó el fin de una facturación mensual de entre 5 y 7 mil mangos mensuales, suma nada despreciable por cierto.
Lo demás vino como consecuencia.
Recién a partir de entonces comenzó a marcarse de forma cada vez más notoria la diferencia entre ambos peso pesados de la política local, pelea que no sabemos en qué terminará en lo individual, pero cuyos resultados universales son de tamaño perjuicio que se valorarán con el correr de los días.
En realidad no es sólo una cuestión monetaria; hay en el medio una cuestión fundamental: es el estilo de cada uno. A un Ángel Vásquez, reaccionario, impulsivo, agresivo, exaltado, falto de coherencia, ególatra, montado sobre el ‘caballo cristinista’ de octubre pasado se le contrapone un Eduardo Massei con mejor predisposición a respetar las instituciones, a respetar a los adversarios circunstanciales (salvo algunos exabruptos en el Centro de Jubilados en plena campaña), con un trato mesurado, con muestras de educación formal, con más diplomacia por calificarlo de alguna manera.
Más allá del nombre de pila de uno de ellos, no se trata de ángeles ni de santos. Están en ‘política’ y en esa arena el prurito juega muy tangencial a las aspiraciones de cada uno.
¿Qué vino después?
Celebramos esa decisión de comenzar a mostrar en la práctica esas diferencias de estilo que, mal que le pese al oficialismo benitense, son positivas para el contexto general. Le hacen bien al sistema; es que la democracia nació precisamente para eso. No hay que tenerle miedo al disenso porque el mismo enriquece las decisiones; todo lo contrario debemos auspiciar el libre albedrío de cada uno de los actores que juegan para sostener el estado municipal.
En este caso, apoyamos enfáticamente que se haga jugar a nuestro concejo deliberante el rol que le pertenece, con independencia sobre el área ejecutiva, sin que ello signifique que tenga que obstruir la gobernabilidad.
Mal hacen algunos concejales oficialistas al jugar de vulgares mensajeros de un dirigente ya que se perjudican como individuos, como ciudadanos con opinión y decisión propia; cada uno de ellos es dueño de una décima parte de las decisiones fundamentales que nacen a través de nuestras leyes lugareñas.
¿Puede alguno de los concejales oficialistas afirmar hoy que ha sido convocado para analizar alguna cuestión del estado municipal y que su opinión ha sido tenida en cuenta? ¿Puede afirmarnos alguno de ellos que es de su autoría la redacción de un artículo de alguna ordenanza en estudio por estos días? Seguramente que no.
Nos reiteramos en el concepto anterior. Celebramos que se imponga el ejercicio de la democracia por encima de otros intereses subterráneos de facciones interesadas en que no se intente el contralor de sus acciones.
Celebramos en ese aspecto el rumbo que le quiere dar el Presidente al funcionamiento del concejo deliberante, nada más; no se trata de acuerdo, alianza, ni nada que se parezca…al menos hoy; a futuro, el tiempo lo dirá.
Esta es mi opinión en este caso y lo quiero dejar en claro, por las dudas.