Tribuna de Opinión
Nos quedaremos todos como actores de nuestras propias vidas, mucho más
aquellos que superamos largamente la hora de la merienda de nuestros días,
tomando ejemplo de lo bueno y de lo malo de otro actor idolatrado que se ha
ido.
¡Diego se ha ido!
Aún cuando desde la pasión futbolera de entrecasa me atrapa el fervor por
la Banda Roja, aún así, quedará en mi recuerdo su inagotable diccionario de lecciones
futboleras más allá de las casacas que vistió.
¿Qué fue un mal ejemplo en su vida personal? ¿Y qué querés?... al fin y
al cabo, todos pasamos por caminos estropeados que nos produjeron tropiezos y rodadas.
¿Qué no es el mejor ejemplo para el mundo de lo que los argentinos somos
capaces, idolatrar aquella ‘mano de dios’ contra Inglaterra?
¡Claro que no… porque tenemos a un Luis Leloir, a un René Favaloro, a un Jorge
Borges y a otros cuántos que nos representan en la historia universal!
Nada habrá de opacar, mucho menos borrar, la sonrisa que supo arrancarnos Diego desde lo estrictamente futbolístico… todo lo demás: no es motivo de cuestionamientos vacuos…
Me quedo con el Diego y su casaca N° 10 de la
Selección Argentina y la de aquellos equipos en los que mostró su saber
deportivo.
Me quedo con ese Diego Maradona que fue pincel del ‘Quinquela Martín de La
Boca’… que escribió en gambetas con su zurda mágica el bardo de Discépolo… que heredó
el desparpajo del ‘Mono’ Gatica cuando estuvo en el pináculo… que fue tan
controvertido y polémico como el ‘quemero del Globo’ Oscar Natalio Bonavena…
que en las canchas de fútbol que pisó fue Gardel indiscutido…
¡Salud… genio del fútbol!... desde tu cuña de potreros en el barrio de Fiorito hasta hoy... perdurarás en el tiempo porque, al fin y al cabo, fuiste perfecto cultor de nuestra picardía criolla…