miércoles, 4 de noviembre de 2020

EL DÍA DE LOS FIELES DIFUNTOS - 2 DE NOVIEMBRE DE 1907...


EN EL CEMENTERIO...

Sobre el diario paisaje una sutil niebla palidece frías remembranzas, sin embargo de estar muy lejos el otoño. El alma universal se viste así, porque el gris propicio, es el color de que se vuelve el cielo cuando se pone triste. El cielo del alma está gris, porque en el fondo de la tarde los recuerdos van pasando, como nubes...

 Afuera, el viento murmura quejas de antiguos dioses, voz de conversaciones ya apagadas para siempre, en confusa aleación de ecos que se multiplican...

A través de los cristales, desfilan en oscuros puntos sombríos sobre la quietud de la calle asfaltada, formas dolientes y furtivas hacia la ciudad de los fallecidos.

Un rumor de iglesia, y en el ambiente, un fuerte olor a flores. La melancolía de la hora vibra de amor, de dolor, de desesperanza. Sobre el mármol impávido, la inscripción subsiste en un rictus macabro de eternidad. El silencio está poblado de visiones. Y el ocaso, como un río de rosas, va, poco a poco, evaporándose en vahos violetas.

La novia ausente, desde el fondo de su blancura inconsútil de desterrada, sonríe la primavera compasiva de un ideal, floración de azares; la poesía del más allá es intensa.. El vacío de la nada da a la muerte. 

El abuelo, que ante la chimenea dilucida en 'senisler' (voz turca que significa algo así como: 'sus propios') relatos la química de sus aventuras, sueña como todas las tardes en su sillón, con ángeles y pájaros cantores.

Y el pensamiento, desfallece al cabo sobre la cruz de madera, de cuyos brazos pende la última corona de marchitas flores...” (“La Lucha” de Paraná. Lunes 4 de noviembre de  1907. Archivo General de Entre Ríos)


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