INSTITUTO
LA SALLE
Hipólito
Irigoyen 2559, Florida, Buenos Aires.
Es
domingo y no está en actividad el enjambre inquieto del estudiantado de nivel
secundario. El régimen de internos parece que ya no existe. La misa transcurre en
su señorial capilla interior con un discreto concurso de fieles. Hay silencio también en el vecino Colegio San José.
A él
también le hizo mella el tránsito por los campos enzarzados del tiempo… lo dice
sin ocultar esta realidad el aspecto lúgubre de sus paredes y ventanales… Segundo piso, tercera ventana al sur desde la
derecha… ¡sueños, ilusiones, reproches, miradas furtivas hacia efímeras
libertades que, al fin de cuentas, nunca fueron porque quedaron cautivas de la
propia vida...!
Entré a sus
claustros internos por la década del sesenta, esperanzado en saber, para
tropezar años después con la idiosincrasia especial de Buenos Aires a la que
nunca pude adaptarme; faltaba poco para ser maestro normal nacional con dieciséis años.
Sin
embargo quise volver para echarle una mirada - al paso - porque soy agradecido a la vida que me
dio la oportunidad de aprender tantas cosas en sus aulas, en su biblioteca, en
su campo de deportes…
Fue un breve
y agradable recreo volver a ver al viejo Instituto, mix de nostalgias y de alegrías
que afloran todas juntas por un instante...
Pero todo
dura poco… a la vorágine indiscreta y vertiginosa de la Panamericana poco le
importaba y me trajo a la realidad en un abrir y cerrar de ojos.
... ¡Mejor así!
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