POR ANIBAL JUSTO GONZÁLEZ
Hemos visto con sorpresa la emisión de boletas
para el cobro de la Tasa Sanitaria Municipal en nuestra ciudad prácticamente al
universo de contribuyentes, sin dimensionar la verdadera prestación del
servicio de cloacas que se viene habilitando.
Son de conocimiento general las serias
falencias que se dieron y subsisten en toda la segunda etapa de la obra de
cloacas, al punto que la empresa ejecutora de los trabajos fue rescindida por
incumplimiento, lo cual significa – lisa y llanamente – que los trabajos
estaban mal realizados.
También sabemos que la Municipalidad de San
Benito convino con el ente provincial competente la ejecución de los trabajos
que subsanasen y finalicen la ampliación de la obra de cloacas, denominada
Segunda Etapa.
Hasta el momento nada se sabe acerca del
avance de los trabajos, y a simple vista es prácticamente nulo el avance de
trabajos en ese sentido. Mucho menos ha tomado estado público de forma
fehaciente los tramos que han sido habilitados por el municipio. Es de
conocimiento general el estado del servicio en muchos puntos de la planta
urbana que funciona de forma deficiente.
No sería discutible la aplicación de una tasa
sanitaria municipal si se tratase de un servicio efectivo al frentista, ya que
estaría determinado en función de las leyes vigentes.
Lo que está ocurriendo con la nueva Tasa,
cuyas boletas han sido acercadas a todos
los contribuyentes por igual con una cifra que oscila los 500 pesos anuales, es
– precisamente – viciada por su ilegalidad.
Los fallos respecto a aplicación de diversas Tasas
en el país son innumerables; queda claro,
tomando la generalidad de los mismos, que una TASA es definida de
acuerdo a una concepción clásica como la
contraprestación obligatoria por el uso de servicios inherentes al Estado como
poder público.
El jurisconsulto D. Jarach ha definido la tasa como un tributo caracterizado por
la prestación de un servicio público individualizado hacia el sujeto pasivo. En
el Modelo de Código Tributario de la
OEA/BID, se define a la tasa como la prestación pecuniaria exigida
compulsivamente por el Estado y relacionada con la prestación efectiva o
potencial de una actividad de interés público que afecta al obligado;
mientras que al impuesto lo define como
el "tributo cuya obligación tiene como hecho generador una situación
independiente de toda actividad estatal relativa al contribuyente".
La tasa también ha sido definida como la
prestación exigida a resultas de la prestación de un servicio público divisible
y que dé lugar a una obligación de pago que guarde razonable equivalente con su
costo. Esta definición de la tasa arraigada tanto en la doctrina como en la
jurisprudencia tributaria, requiere, por aplicación del principio de legalidad,
la definición precisa en el hecho imponible, no sólo del hecho fáctico que da
lugar a la prestación del servicio público divisible, sino también de la
naturaleza del servicio que habrá de prestar el municipio.
Respecto de la naturaleza de la tasa, ha
señalado la Corte Suprema de Justicia de la Nación (Cía.Química S.A.
c/Municipalidad de Tucumán 3.9.89 - Impuestos XLVII B -pág.2272) que
"existe en la materia un requisito fundamental respecto de las tasas, como
es que el cobro de las mismas, debe corresponder siempre a la concreta,
efectiva e individualizada prestación de un servicio relativo a algo no menos
individualizado del contribuyente (Fallos 236:22)". Esta distinción, exigida en forma reiterada por la doctrina sentada por
la Corte Suprema de Justicia de la Nación, apunta a evitar que a través de una
indebida discriminación de los servicios, los municipios instituyan impuestos.
Con relación al monto de la Tasa, es criterio
de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que su quantum debe guardar una
razonable proporción con el costo del servicio que retribuye, si bien no es
necesario que exista una equivalencia estricta, porque es imposible
establecerla. En la causa Ana Vignolo/contra Municipalidad de la Capital, la
Corte opinó que “el pago de tasas o
servicios finca en una contraprestación aproximadamente equivalente al costo
del servicio prestado; pero es imposible fijar con exactitud ese costo
individual del agua consumida, de la evacuación cloacal, de la basura recogida,
etc., y por eso, para todos los impuestos se fijan contribuciones
aproximadamente equitativas que pueden
dejar superávit en unos casos y déficits en otros…”
Con este marco referenciador inexcusable que debemos
de tener en cuenta, no podemos más que afirmar que se está ante una falla que
deberá corregirse lo más pronto que sea posible, ya que podrían originarse
demandas judiciales que jugarían en contra del objetivo recaudatorio municipal.
Nos reiteramos – finalmente – que no es objeto
de crítica el cobro en sí de una tasa municipal por el servicio brindado (las
cloacas) ya que es legítimo siempre y cuando signifique una inversión local
para brindar el mismo; a partir de allí es discutible el monto a cobrar ya que
no se ajusta a un costo operativo visible que lo justifique y, más aún, es
ilegítimo su cobro a quienes no tienen el servicio habilitado en sus respetivos
frentes domiciliarios.
Por lo tanto, aconsejamos a los frentistas que
están en esta última situación (a los que no tiene el servicio en sus frentes) que
no paguen el tributo generado a través de las boletas que se han repartido por
parte de las autoridades municipales hasta que se defina la legalidad del
mencionado cobro; como proyección de
mediano plazo, entendemos que el futuro H. Concejo Deliberante deberá revisar
la ordenanza respectiva y modificarla, observando los conceptos mencionados
para llevar tranquilidad a todos los vecinos.
si lo delincuente lo tiene todos metidos en la municipalidad para que le cuiden la espalda al hijo le paga por semanas yo pregunto a lo que vivimos el san benito van a seguir votando esta gente corrupta
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