CAPÍTULO V
La vorágine de la actividad diaria, intensa, conflictiva, que hace al mandatario partícipe necesario de los problemas de los demás, deja sus huellas.
No es cansancio físico, pero sí hay un ahogo interior contenido por la simulación, por la sobreactuación que en más de una oportunidad necesita una carga de hipocresía para atravesar ese puente que lo separa del ciudadano, al que hay que conformar sin conformar, al que hay que despedir con soluciones sin solución o - de lo contrario - con un ¡volvé en unos quince días!... que nunca se dará en el almanaque; rutina de los despachos oficiales.
Tal vez no se denuncia en lo exterior, pero queda latente ahí, bien adentro, una carga emocional inundada de ese magnetismo negativo que quedó flotando en el ambiente, descargado por tanta necesidad exhalada por individuos urgidos de soluciones.
En algún momento habrá que accionar el chip para acceder al universo personal y, allí también, la urgida necesidad de encontrar una válvula de escape no tiene mucho campo de acción para buscar la salida a tanta energía contenida.
Y se apela a lo que hay.
Aunque parezca mentira, las opciones se reducen.
No todo lo que brilla es oro, incluso en lo que se supone es el paraíso del poder.
Es cierto. Hay un calvario que no se delata, pero que aparece subrepticio en muchas estaciones instantáneas que agobian el interior de soledad – sí: ¡soledad!, por lo que hay que intentar un ¡clic!, para volver a ser propietario de la burbuja personal.
Allí el dilema.
¿El juego con ese particular desborde de adrenalina?...¿el sexo, la trampa, con ese cosquilleo que produce lo prohibido?
Se elige, muchas veces, ese fenómeno de la contradicción: ¡la atracción de lo opuesto!
“Yo estaba esperando que cantes mi canción y que abras esa botella, y brindemos por ella y hagamos el amor en el balcón.
¡mi corazón, mi corazón es un músculo sano pero necesita acción!; dame paz y dame guerra, y un 'dulce colocón' y yo te entregaré lo mejor. dulce como el vino, salada como el mar, princesa y vagabunda, garganta profunda, sálvame de esta soledad.
¡Hace calor, hace calor, ella tiene la receta para estar mucho mejor; sin truco, sin prisa, me entrega su sonrisa como una sacerdotisa del amor. ¡luna de miel, luna de papel, luna llena, piel canela, dame noches de placer! A veces estoy mal, a veces estoy bien, te daré mi corazón para que juegues con él. Podrían acusarme, ella es menor de edad; iremos a un hotel, iremos a cenar, pero nunca... iremos juntos al altar”. (“Calor”. A. CALAMARO)
SECRE: Estás?¡mi corazón, mi corazón es un músculo sano pero necesita acción!; dame paz y dame guerra, y un 'dulce colocón' y yo te entregaré lo mejor. dulce como el vino, salada como el mar, princesa y vagabunda, garganta profunda, sálvame de esta soledad.
¡Hace calor, hace calor, ella tiene la receta para estar mucho mejor; sin truco, sin prisa, me entrega su sonrisa como una sacerdotisa del amor. ¡luna de miel, luna de papel, luna llena, piel canela, dame noches de placer! A veces estoy mal, a veces estoy bien, te daré mi corazón para que juegues con él. Podrían acusarme, ella es menor de edad; iremos a un hotel, iremos a cenar, pero nunca... iremos juntos al altar”. (“Calor”. A. CALAMARO)
BB: Si. Había ido hasta el kiosco.
SECRE. Bueno, esperame dos segundos, que estoy ocupada, ya te cuento.
BB: Okey, ¡mi reina!
SECRE. Estás con gente?
BB: No. Estoy solo. Vení.
SECRE: Bueno ya voy.
BB: una carita triste…
SECRE: Yo también estoy triste…y preocupada!
BB. ¡Ni hablar, vida!. Yo también estoy preocupado por vos!
SECRE: No me voy a dar manija… voy a esperar los resultados…
BB: Si…ni hablar… tranquila nomás, mi amor!
SECRE: ¿Qué te pasa que tenés cara de preocupación?