EL CRIMEN DE JUAN
SCHONFELD DE MARIA LUISA
PARTE IV: OTROS ANTECEDENTES
Y RESPONSABILIDADES
Es atrapante
retroceder en el tiempo y constatar los sólidos conceptos que animaban a los
vecinos de María Luisa, luego del horrendo crimen de Juan Schonfeld; nada mejor
que tomar la línea de pensamiento que tenían de forma textual, ya que no tiene
desperdicios:
De la escuela particular de María Luisa han salido
entre tantos algunos jóvenes, que con su aplicación y no en último lugar,
merced a la preparación que traían se ganaron los títulos del magisterio. Su
natural deseo era recibir colocación en la escuela de la aldea; y no
encontrando lo deseado empezaban a hostigar a la escuela que a ellos mismos
formara, terminando por hacer las gestiones ante el Concejo de Educación para
que se abriera una escuela fiscal.
El Concejo, oyendo tan solo las reclamaciones y
quejas injustas de estas personas interesadas y de algunos otros disidentes con
la familia de la directora, y no teniendo en cuenta para nada la voluntad y los
deseos de los demás, abría en la última quincena del año escolar 1915 la
escuela fiscal en una casita alquilada, que bien podía dar albergue suficiente
a una cierta familia pero bajo ningún concepto servía para escuela.
A pesar de eso la escuela empezó a funcionar y
funcionó durante cuatro años sin llegar nunca al número suficiente de educandos,
para poder existir legalmente. El primer
año el número oscilaba entre seis y doce discípulos y ayudante y un director al
frente.
Viendo el resultado desastroso de su iniciativa el
Concejo no suspendió su escuela, como era lógico, para llevarla a otra parte
donde habría encontrado quizás una sentida necesidad y donde habría encontrado
también mayor aceptación, sino llegó a suspender tan solo al ayudante. La
escuela misma, aunque mal aceptada por el vecindario debía seguir a toda costa.
Y desde entonces… se hizo la guerra sin cuartel de
parte del H. Concejo de Educación y desde entonces ha entrado la discordia en
nuestra aldea, en otros tiempos tan pacífica y tranquila.
Las personas arriba mencionadas servían de
instrumento al Concejo en todas sus gestiones. Interesados como estaban en el
asunto y declarándose en disidencia con todos los demás de la aldea, iban con
falsas acusaciones, con relatos abultados, con cuentos y tergiversaciones de la
peor clase sobre las prédicas del sacerdote y la marcha de la escuela
particular, adonde esperaban poderoso auxilio para llegar a su fin.
Y el Concejo, en vez de guardar toda serenidad, en
vez de estudiar el asunto con criterio amplio y justiciero, actitud única que
correspondía, se dejó sorprender lastimosamente, prestando oído a toda clase de
chismes. Por otra parte tales acusaciones le debían venir como a pedir de boca
porque quiso salvar la escuela fiscal, costara lo que costara, y aún fuera
pisoteando todos los derechos y clausurando las particulares con todos los
agravantes de la ilegalidad.
Y esto… no es una suposición nuestra, sino verdad
de toda prueba. Pues tal enormidad ha salido de la boca de un Director anterior
del Concejo de Educación en presencia de varios testigos.
Con tales
propósitos y teniendo en sus manos todos los resortes del poder, ya se puede imaginar
que se hiciera para obstaculizar la dirección de la escuela particular. No son
en realidad para contar las molestias, las chicanas, las pruebas patentes de la
mala voluntad que se ha usado en estos últimos años con nuestra escuela.
Sin pecar
de exagerados podemos afirmar que la sub inspección departamental ha hecho más
visitas en un año a nuestra escuela que a todas las demás del
departamento. ¿Cómo se explica esta
solicitud? Allá en el Concejo lo sabrán… nada estaba bien; hasta la casa con
sus amplios salones, le parecía a la inspección poco higiénicos. El punto saliente
era siempre el idioma. Ya dejamos constancia, de que todas las asignaturas se
enseñan en el idioma nacional en horas extraoficiales se da también lecciones
de religión y del idioma alemán. Y este precisamente es el gran pecado para la
inspección y el concejo.
Como si
fuera un delito de lesa educación para nuestros hijos, aprender la religión y
un idioma, que es el nuestro, y que lo fue de nuestros padres. Y entre tanto oímos
por todos lados vivar la libertad!... -
hipócritas!
Prometen la
libertad y dan tiranía. Que nuestros hijos, en los primeros años de la escuela
no saben manejar el idioma nacional a igual de los hijos de criollos, es cosa
bien natural, pues en casa no oyen más que el alemán. Esto es una
circunstancia, que toda inspección y el concejo cabal de las condiciones
singulares en que actúa una escuela en nuestras aldeas y que enormes
dificultades se debe vencer para llevar a los niños al manejo fácil del idioma
nacional. Esta consideración, empero, no se ha tenido en cuenta nunca. No se
crea que los niños que en los años anteriores han ido a la fiscal estarían en
mejores condiciones, no lo están en manera alguna.
Pero no
importa, por ser fiscal, tiene la consagración para todo. Por eso debía
extrañar sobremanera cuando en años anteriores, después de interminables
molestias y amenazas, que tenían por objeto la clausura de nuestra escuela, de
repente se propusiera a su directora de parte del Concejo, dejarla en su puesto
por todo el tiempo en que ella quisiera, siempre que consintiese en la
fiscalización de la escuela.
¿Puede haber prueba más clara, para constatar la
mala voluntad que en todo se le tenía? …y la hay, si cabe!
Vea lo que ocurrió el año pasado. En un informe
levantado en el mes de agosto por el sub inspector del Concejo de Educación se
declaró la enseñanza insuficiente y a la directora punible por insubordinación
a sus prescripciones las cuales, de paso sea dicho, no eran sino meros
caprichos de quien quería molestar. En
el Concejo se resolvió la clausura.
Y bien, ¿por qué no se clausuró?... Hubo algunas
personas influyentes que impidieron la consumación de esta iniquidad. En cambio
se exigió de la directora particular la exclusión de unos treinta niños que
debían ser entregados a la fiscal. Unos quince ya tenía, con 30 más, ya había
número suficiente para poder funcionar decentemente. Lo de la “insuficiencia” y
la “insubordinación” era lo de menos, con tal que vinieran los niños.
Estos son
hechos innegables, hechos tan inauditos que hemos callado, hasta el presente,
porque no nos ha gustado el escándalo. Hemos creído siempre, que el Concejo,
después de haber visto nuestra inquebrantable voluntad en la defensa de nuestro
derechos y entre hablar y hablar entraría en razón.
Pero
tristemente parece que así no sucedió y que muy por el contrario el concejo ha
hecho nuevas tentativas para consumar su obra. Añádase a esto la tragedia del
23 de abril y se comprenderá que ya era tiempo para romper el silencio, para lanzar
una nueva y vibrante protesta, contra estos manejos poco honestos. Vivimos en
un país que con su reconocida generosidad, nos ha recibido, cuando llegamos del
extranjero. Nosotros entendemos como un deber nuestro respetar sus leyes y
tradiciones, y contribuir con nuestro trabajo y sudores a su engrandecimiento.
El país en
cambio, nos otorga en su carta magna derechos intangibles. Entre estos figura
también la libertad de enseñanza. Queremos que nadie nos prive de ella ¿y por
qué no decirlo todo a la vez?... Somos católicos; y como tales entendemos un
deber sagrado procurar a nuestros hijos una educación religiosa.
La escuela fiscal ha desterrado de sus aulas la
religión y por eso no le tenemos
confianza, por ese mantenemos con nuestro propio dinero la escuela que nos
corresponde. El Concejo puede tener en ella toda la intervención que le consigne
la ley.
Sabremos
obedecer a sus disposiciones, con tal que sean legales y no emanaciones de un
espíritu estrecho y antirreligioso.
Con nuestra escuela estamos conformes, muy
conformes. Los hijos que allí se enseñan pertenecen, antes de ser del estado a nosotros,
y crea el Concejo que tenemos mayor interés que nadie por la instrucción que
ella se da.
Mejor que
nadie podemos observar sus progresos, porque estamos en cotidiano contacto con
ellos. Y con estos datos en la mano declaramos que nuestra escuela de
suficiente instrucción. Lo mismo estamos conformes con lo que predicara nuestro
sacerdote y también nuestro cura sobre el particular. Eran párrafos de
encíclicas pontificas y prescripciones del sínodo diocesano, que en su
oportunidad comentaron.
En tal
caso, protestamos en la forma más enérgica contra la vil maniobra de ciertas
personas y diarios que quieren hacer caer la responsabilidad moral del crimen
cometido en la persona de Juan Schonfeld sobre nuestro sacerdote. Es una
condenable calumnia y nada más. Responsables son todos aquellos que dejamos
claramente señalados por lo que hemos dicho”.
(Miércoles 7 de
mayo de 1919. “La Acción” de Paraná.
B.I.P.E.R.)