EL CRIMEN DE JUAN
SCHONFELD DE MARIA LUISA
PARTE III: LOS
VERDADEROS RESPONSABLES
El vecindario de
María Luisa permaneció movilizado por mucho tiempo en relación al trágico
desenlace de su amigo y vecino y para expresarse contaron con la inestimable
colaboración del medio escrito que pertenecía a la curia de Paraná.
Respecto a
deslindar responsabilidades los vecinos de la aldea pensaban lo siguiente:
“Veamos primero si hay tales y luego cuales y
quienes son:
En todo hecho criminal máxime si tiene todos los
agravantes que presenta el horroroso crimen de María Luisa, se suele preguntar
por las causas que directa o indirectamente han influido sobre el ánimo de los
actores, para perpetrarlo. Estas causas son del orden moral y por consiguiente
se le atribuye culpabilidad moral, la que es menor o mayor según el grado de la
fuerza que ha obrado sobre el ánimo del
delincuente.
Aplicando
esto a nuestro caso, es fácil constatar que hay complicidad moral, por más que
el maestro Rivas en su sentido antirreligioso sin temor de Dios y de nadie, y
con su marcado cinismo por sí solo bastaría para hacer lo que ha hecho y aún
más, si el caso se presentara.
Ahora nos preguntamos ¿quiénes son estos
culpables? Para el asesino Rivas y para
otras personas, que luego detallaremos el caso es sencillo; lo es la religión,
y expresándose más en concreto dicen: lo es el sacerdote que atiende a la
Aldea. Pues él ha predicado contra la escuela fiscal, él ha incitado las masas
para atropellarla, poniendo en peligro la vida de su director. Lindo sería todo
esto; con esta sencilla declaración ya se habría dado con el “único culpable”;
si no fuera un cuento.
¡Sí señor!,… es un cuento, y lo particular en el
asunto es que, más de uno, y hasta diarios muy serios y de enorme circulación,
se han tragado este cuento, y han llevado en son de protesta el cuento del
“formidable asalto” a la escuela fiscal, y a su director por el pueblo en masa
de la Aldea María Luisa, capitaneado por su mismo cura, hasta los últimos rincones
de la República.
¡un cura
demoliendo una escuela! – y esto en pleno siglo XX!. Habría para reírse si la
cosa en sí no fuera tan triste. No es el sacerdote el culpable moral del hecho …
¡no y mil veces no!
Nosotros atribuimos
toda culpabilidad moral a quienes nos mandan a tales maestros, culpamos a las
inspecciones escolares, que nos vienen con toda clase de chicanas, culpamos a
las disposiciones inconsultas y medidas injustas que fueron tomadas con el
único fin de salvar la escuela fiscal, que desde un principio no era, sino un
niño nacido muerto y para dar muerte a la escuela, que funcionaba desde casi un
cuarto de siglo, con todo aprovechamiento de todos los que la frecuentaban.
Somos colonos y seremos en muchas cosas ignorantes pero el sentido de lo justo
lo tenemos bien cultivado. Y para eso decimos, lo que acabamos de decir sin
pestañear y sin incomodar en lo más mínimo nuestra conciencia cristiana.
Para dar firmeza a nuestra afirmación séanos
permitido hacer un poco de historia.
La escuela
particular que dirige la señorita Bárbara Schonfeld ya ha cumplido 22 años de
existencia. La actual directora fue también su fundadora. Funcionaba en todos
estos años con la mayor satisfacción de todos nosotros.
Todas las
asignaturas de los tres grados se enseñaban en el idioma nacional, como podíamos
comprobar por los exámenes públicos que al terminar el año escolar se hacían
anualmente. Se enseñaba siempre más que el mínimum del programa exigido por la
ley. Siendo la maestra argentina, claro
está, que un punto especial de sus solicitudes debía ser la conmemoración de
los días patrios. En estas fiestas y en otras similares se podía palpar lo que
sabía y valía la maestra de nuestros hijos, pues era un encanto verlos con esa
soltura y firmeza sobre las tablas.
Lo que en tales ocasiones nosotros oíamos y
veíamos, es decir, que el estado intelectual de nuestro hijos y su preparación
eran satisfactorios, debían también reconocerlo las direcciones de las escuelas
superiores en que ingresaron más tarde los niños saliendo de la escuela de
María Luisa. Fueron bien recibidos en los regimientos por su buena conducta y
sólida preparación, nuestros jóvenes que fueron a servir a la patria, pues
ninguno de ellos fue analfabeto, como no se ha de encontrar tampoco en toda la
aldea un solo niño en la edad escolar que lo fuere. Esto mismo lo reconocían
los concejos anteriores y las inspecciones.
Una prueba de ello es, el otorgamiento del diploma
de parte del Concejo de Educación a su directora, en virtud de los méritos y servicios
prestados a la enseñanza. En vista de la buena marcha de la escuela y su
general aceptación, los vecinos convinieron en construir con sus propios
dineros una nueva casa escuela con amplios e higiénicos salones al lado de la
iglesia".
(Domingo 4 de mayo
de 1919. “La Acción” de Paraná. B.I.P.E.R.)
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