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lunes, 30 de julio de 2012

LA HISTORIA DE LA BASE AÉREA DE PARANÁ

Para Conocer la Historia Regional
Por Aníbal González Comas
Parte 16
EL CAPITÁN LORENZO YÓDICE ES TRASLADADO
El viernes 10 de febrero de 1928 se conoció la noticia que el capitán Lorenzo Yódice, segundo Jefe del Grupo de Observación, había sido trasladado a la Dirección General de Aeronáutica en Capital Federal.

“El capitán Yódice durante el lapso de tiempo que permaneció en el cargo que desempeñó hasta ahora ha desarrollado una acción eficiente de gran utilidad para el arma que pertenece. Puede  decirse que la Base  Aérea es obra suya. En ella puso gran empeño y demostró poseer condiciones sobresalientes y especiales conocimientos en la materia. Pierde por lo tanto la unidad militar de referencia a un factor ponderable en todo sentido y a uno de sus mejores propulsores” [1].
Antes de abandonar la ciudad, Yódice visitó autoridades y medios de comunicación, dejando en alto el concepto que se tenía de él tanto como militar desarrollando una tesonera labor, como de caballero ratificado en su gesto final antes de viajar a su nuevo destino[2].


[1] (“La Mañana”. Viernes 10/2/1928. Hemeroteca del Archivo General de Entre Ríos)
[2] (“La Mañana”. Domingo 12/2/1928. Hemeroteca del Archivo General de Entre Ríos)

jueves, 26 de julio de 2012

LA HISTORIA DE LA BASE AÉREA DE PARANÁ

Para Conocer la Historia Regional
Por Aníbal González Comas
Parte 15
MÁS SOBRE EL PRIMER ACCIDENTE AÉREA FATAL DE LA BASE AÉREA DE PARANÁ
El teniente 1° Efraín Rivero Olazábal era un joven de 27 años; Su vida inquieta se puede decir que había comenzado allí: sobre un aeroplano. “Había proseguido allí: sobre un aeroplano. Había terminado allí: sobre un aeroplano. Quizás – parafraseando a los fatalistas – podemos decir que el destino le había señalado su lugar de héroe, que es lugar también de los mártires”.
Es que tenía en sus venas la sangre de los héroes. No en vano era bisnieto del general Félix de Olazábal y Llorente, aquel militar íntegro, que supiera batirse cara a cara en las cruentas guerras de la Independencia,  en la que por poco perdió un brazo en Talavera de la Reina, Chile, cuando la Batalla de Chacabuco, estando al frente del Batallón N° 8 del ejército de San Martín y luego condecorado como “Libertador de Quito – 1822”, entre otros lauros.
“Con esa herencia ancestral había hecho méritos que siempre lo habían destacado como un hombre recto, un militar íntegro, un amigo leal, un caballero dorado a la antigua usanza. Nacido en Buenos Aires, había sentido la vocación por la carrera de las armas y en su ciudad obtuvo su graduación. Bien pronto se pudieron apreciar sus méritos, habiendo sido con tal motivo trasladado a esta ciudad en comisión, desde el mes de setiembre de 1927, donde desempeñaba el puesto de Ayudante de la Unidad.
 El teniente 1º Rivero Olazábal había conquistado aquí el general afecto de sus amigos y colegas, al que se hacía acreedor por sus cualidades morales. La trágica muerte ha sorprendido al bravo militar en circunstancias que se le concedía un pase para incorporarse a la unidad aérea de Mendoza, lo que debía realizar dentro de dos días. Cierra así su breve carrera que le dio oportunidad para destacarse como un buen piloto, que batiera el destino en su furor implacable”.
El sargento 1° Juan Gil Valdéz, “fue también el elegido para acompañar en el vuelo eterno al teniente 1º Rivero Olazábal. Como siempre, confiado, seguro en su estrella, había saltado al aparato que minutos después debería cerrarse como un ataúd sobre el cuerpo. El sargento 1º Gil Valdez era un hombre joven: 28 años. Desempeñaba el puesto de encargado de la sección comunicaciones de la Unidad, donde era estimado por su comportamiento ejemplar. Hacía algunos años había formado un hogar, que hoy deja abandonado con su esposa y tres hijos. El extinto había nacido en la ciudad de Tucumán”.
Entre los objetos que se encontraron en poder del teniente primero Rivero Olazábal se encontraron: el reloj pulsera detenido a la hora en que se produjo el accidente: las 9:50 hs., un anillo, un par de gemelos, el emblema del cuerpo al que pertenecía que había recibido hacía pocos días y una tarjetita con la imagen de la Virgen del Luján. Era el amuleto del desafortunado piloto militar. Un regalo de su madre que llevaba en todos sus vuelos como escudo protector. En el mismo reverso de la estampita había escrito con unción hacia su adorada madre: “REGALO DE MAMITA. CUANDO MI PASE A PARANÁ, SETIEMBRE DE 1927”.
Escribió el cronista, rematando:”… Y a su querida mascota la encontraron junto a su corazón, donde la Virgen había oído las últimas palpitaciones del vigoroso órgano de vida. El capitán Yódice posee dichos objetos, los que entregará a los deudos del extinto”.
El velatorio de los restos de los infortunados aviadores se llevó a cabo en el Casino de Oficiales de la unidad, donde se levantó la capilla ardiente por donde desfiló una numerosa concurrencia, para dar testimonio al sentimiento de pesar provocado por aquella desgraciada circunstancia.
Respecto al accidente, el capitán Yódice, que estaba accidentalmente al frente de la base aérea, se mostró hondamente impresionado por el sensible accidente ocurrido, que conmovía a la opinión pública, lamentado que haya esa la oportunidad de poner el primer crespón negro en los dos años de vida del Grupo N° 3 de Observación; “destacó también la dolorosa repercusión que en el seno de las amistades había tenido la muerte de los dos valiente servidores dela patria, que rinden su tributo tanto en la paz como en la guerra”.
Inmediatamente de ocurrido el accidente de Spazenkutter, el jefe accidental de la Base, Capitán Yódice, ordenó los homenajes y decretos correspondientes, designando la comisión de honores compuesta de oficiales y suboficiales para el velatorio. Integraron la misma: los tenientes Enrique Guntsche, Vicente Villafañe, Armando Barrero y los suboficiales Sargento 1º Mario Rocha y Luis Cuello y el cabo 1º Manuel Mauriño, nombrándose al teniente Parrero para que con el personal de la escuadrilla rinda los honores correspondientes, de acuerdo a los reglamentos vigentes.
Desde el Aeroclub Paraná, en sesión extraordinaria, la comisión directiva adoptó la resolución de adherir y hacer suyo el duelo; enviar una corona de flores naturales; nombrar una comisión formada por los socios capitán Lorenzo Yódice, Sr. Carlos Izaguirre, Bernardo Zumalacárregui y Armando Ballesteros para velar el cadáver; designar al Sr. Bernardo Zumalacárregui para que haga uso de la palabra en el acto de sepelio, en nombre de la institución y pasar notas de pésame y copia de dicha resolución a la familia de los extintos y al 3er. Grupo de Observación. El escrito fue firmado por Bernardo Zumalacárregui, presidente y  Carlos Izaguirre, secretario.
Es digna de conocer la expresión de deseo final en la lúgubre nota del cronista:
“¡MARTIRES!...Volaban tranquilos. ¿Tranquilos?  Sí. Tranquilos. Confiando en su suerte. En esa suerte que llevaba simbolizada, el uno en una Virgencita del Luján y el otro en la vocería angelical de sus hijitos y el “hasta luego” de su esposa. Confiando en su pericia. Confiando en ese gran corazón que palpitaba ansioso de infinito. Así habían ascendido en un bólido de águila sedienta, en procura de estrellas, de hallarse más cerca del cielo. Así habían surcado el espacio en innumerables veces…Volaban tranquilos. Echaban una vez más la moneda a cara o cruz al azar. De pronto algo que se ahoga en el resoplar estridente. Hombre y máquina, máquina y hombre, luchan contra el manotón del destino. Se diría que en esos segundos relámpagos el hombre máquina logrará vencer. Pero el cielo estaba tan alto y la tierra tan cerca, que ha necesitado el rebote brutal para su ascensión definitiva. Ascensión de mártires. Mártires en la paz. Mártires en la guerra. Mártires ante la tumba prematuramente abierta. ¡Vayan sobre ella las flores inmarcesibles del recuerdo!” [1].
En el cementerio local el domingo 15 de enero por la mañana, previo al oficio religioso, fueron sepultados los restos de los aviadores, dando lugar a una sentida nota; hizo uso de la palabra el capitán Yódice, en nombre de los jefes y oficiales de la unidad, el señor Zumalacárregui  por el Aeroclub de Paraná, un sargento por el casino de suboficiales y un civil de grupo[2].


[1] (“La Mañana”. Domingo 15/1/1928. Hemeroteca del Archivo General de Entre Ríos)
[2] (“La Mañana”. Martes 17/1/1928. Hemeroteca del Archivo General de Entre Ríos)

jueves, 19 de julio de 2012

LA HISTORIA DE LA BASE AÉREA DE PARANÁ

Para Conocer la Historia Regional
Por Aníbal González Comas
Parte 14
PRIMER ACCIDENTE AÉREO FATAL EN PARANÁ
La primera desgracia que hubo que lamentar en la unidad militar, mientras todavía se denominaba Grupo N° 3 de Observación, ocurrió el sábado 14 de enero de 1928, perdiendo la vida dos jóvenes militares. Aquella noticia conmocionó la ciudad, siendo comentado animadamente por la inmensa mayoría de los ciudadanos. La prensa fue bastante sensacionalista, calificando al accidente ocurrido en la localidad de Aldea Spazenkutter (Colonia de inmigrantes alemanes del Volga), del Departamento Diamante, como “la venganza del Eolo”. Aquella localidad entonces “ha sido el lugar donde han rendido tributo al deber dos soldados cuya entereza honra al valiente cuerpo al que pertenecen”.
El aparato Bristol “Fighter” F 2B N° 28, siendo las 9:50 horas volaba normalmente piloteado por el teniente 1° Efraín Rivero Olarzábal, quién llevaba de acompañante al sargento 1° Juan Gil Valdez, pero al efectuar una maniobra a muy escasa altura tuvo un vuelco sobre el ala izquierda. “La gravedad de la situación no parece haber amedrentado al piloto, por cuanto la maniobra que efectuó fue un último recurso de volver el aparato a su normalidad, con tal mala fortuna, que rápidamente se desplomó contra el suelo. A consecuencia de la caída, el aparato quedó completamente destrozado, falleciendo los ocupantes”. Luego, las primeras pericias realizadas en el su ario que se instruyó, determinaron que el accidente se debió a la pérdida de velocidad.
Un testigo presencial, relató los pormenores del accidente aéreo de esta manera:
“- Me hallaba –comienza nuestro informante – a unos doscientos metros del lugar donde ocurrió el accidente, cuando vi venir volando en dirección a Diamante un aeroplano. Su vuelo era normal. De pronto me llamó la atención la maniobra que efectuaba, que bien pronto me dio la impresión de la catástrofe. El aeroplano, después de efectuar un viraje sobre el ala izquierda se vino de punta hacia la tierra. La caída daba la impresión de que se iba a realizar la prueba llamada “looping the loop”, pero desgraciadamente no fue así.
Rápidamente, ante la realidad de la tragedia – continúa – corrí hacia el lugar donde había caído el aparato. Este se hallaba semi clavado en la tierra, quedando luego horizontal.
El espectáculo que se ofreció a mi vista es doloroso describir. Sentados en sus respectivos sitios se hallaban los infaustos pilotos. EL sargento Gil Valdez había muerte instantáneamente, no así el teniente 1º Rivero Olarzábal, que tenía la cabeza apoyada sobre el hombro izquierdo. Levantando luego la mano derecha e inclinando la cabeza hacia ese lado expiró.
El sargento presentaba heridas en el parietal derecho y los miembros inferiores completamente destrozados, siendo idéntico el estado del teniente 1º.
Terminó nuestro relator diciendo que rápidamente se prestaron toda clase de servicios a las autoridades militares que llegaron al lugar del accidente”. Se puede deducir que aquello de “looping the loop” corría por cuenta el exaltado cronista.
Enterados del accidente ocurrido se trasladaron al lugar del hecho con una ambulancia el capitán Yódice junto con el Dr. Ovidio…, los que constataron la gravedad del suceso. Los restos de los malogrados aviadores se trasladaron primero al pueblito cercano y posteriormente a Paraná.

miércoles, 18 de julio de 2012

LA HISTORIA DE LA BASE AÉREA DE PARANÁ

Para Conocer la Historia Regional
Por Aníbal González Comas
Parte 13
El viernes 26 de agosto de 1927 llegaron a Paraná dos aparatos Bristol de 300 H, piloteados por los tenientes Martínez y Barteán[1]; y el Jueves 22 de setiembre llegaron dos Bréguet procedentes de Buenos Aires para completar la escuadrilla local, que fueron piloteados por el teniente Enrique Guntsche y por el sargento 1° Jubel; “con ello la escuadrilla cuenta de 9 aviones que tendrá la base para concurrir al mando del Sr. jefe Mayor Vicente  Andrada a las maniobras que se efectuarán en Mendoza, próximamente”[2].
La participación en las maniobras realizadas en Los Tamarindos de Mendoza fue exitosa, habiendo regresado los primeros dos aviones el 12 de noviembre, aterrizando a las 19:15 en la pista de la unidad; los aviones llegaron piloteados por  el teniente Grisolía, apoyado por el Jefe de Mecánicos Ortúzar y por el teniente Enrique Guntsche, acompañado por el teniente Rocha. Con los aviones Bréguet de 450 HP tuvieron que hacer una escala técnica en Villa Mercedes de San Luis. “Para arribar a ésta los aviadores han tenido que luchar con un fuerte viento norte contrario, siendo más meritorio por ello el raid realizado. Mañana llegará el resto de la escuadrilla[3].
Con respecto a este raid y a las exitosas maniobras en Los Tamarindos, Mendoza (donde el 10 de marzo de 1914 había perdido la vida Jorge Newbery, luego de almorzar con Teodoro Fels), el señor Emilio Icasati ofreció una cena en el Hotel Gransac de Urquiza y San Martín de Paraná en honor de los militares pertenecientes al “tercer Grupo de Observación con motivo de la forma brillante en que dicha unidad se desempeñó en las últimas maniobras efectuadas” [4].
El 16 de enero de 1928 el mayor Vicente Andrada fue designado en un nuevo cargo en Capital Federal y en su reemplazo fue enviado como Jefe de la unidad el mayor Eliseo C. Pissano[5]. Este perteneció al Segundo Curso de la Escuela de Aviación Militar realizado por Resolución del 19 de agosto de1913, de donde egresó como teniente, con brevet de aviador internacional. El 6 de diciembre de 1913 había participado como acompañante del piloto Hernán Mazzoleni en la ascensión aerostática con el globo “Eduardo Newbery”, partiendo a las 9:45 hs. desde Belgrano, Bs. As. para descender a las 7:30 hs. del día siguiente en Cristiano Muerto, partido de Tres Arroyos, Pcia. de Bs. Aires, recorriendo 506 km. en 21 hs. 45’ de navegación.


[1] (“La Provincia”. Sábado 27/8/1927. Hemeroteca del Archivo General de Entre Ríos)
[2] (“La Provincia”. Viernes 23/9/1927. Hemeroteca del Archivo General de Entre Ríos)
[3] (“La Provincia”. Domingo 23/11/1927. Hemeroteca del Archivo General de Entre Ríos)
[4] (“La Provincia”. Sábado 29/11/1927. Hemeroteca del Archivo General de Entre Ríos)
[5] (“La Mañana”. Jueves 5/1/1928. Hemeroteca del Archivo General de Entre Ríos)

domingo, 15 de julio de 2012

LA HISTORIA DE LA BASE AÉREA DE PARANÁ

Para Conocer la Historia Regional
Por Aníbal González Comas
Parte 12
MÁS SOBRE LA EXHIBICIÓN EN LA UNIDAD AÉREA DE PARANÁ
Quedan todavía los comentarios de lo ocurrido este fin de semana en oportunidad de las Jornadas de Puertas Abiertas realizada en la II Brigada Aérea, pero el contacto masivo con la ciudadanía arranca desde los mismos orígenes de esta unidad tan integrada con la ciudadanía paranaense.

Volviendo a la primera exhibición pública realizada en Paraná, en el comienzo del recorrido se visitó la usina, que estaba a cargo del Sr. Francisco Rojas. La usina contaba con un motor de 72 HP y otro de 16 HP, siendo utilizado éste último para el alumbrado de los hangares, casillas y otras dependencias de la unidad.
Luego la comitiva se dirigió a la pista de aterrizaje donde estaban preparados para ser examinados los aviones Bristol N° 28 y 29 y los Bréguet N° 14, 16 y 17, custodiados por su respectiva tripulación. También se habían dispuesto numerosos elementos de uso militar y los “auto – camiones”. Mientras se observaban los aviones la concurrencia pudo disfrutar de varias piezas musicales que interpretó la Banda del 9 de Caballería.
Posteriormente el teniente Enrique Gunstche fue el encargado de explicar sobre las funciones del Grupo de Exploración, su organización, las características principales de los aviones Bréguet y la distribución del armamento de que disponía; todo ello sobre el avión N° 14; también diferenció la función del piloto y del observador, la importancia de la aviación de uso militar, destacando los grandes elementos con que contaban. Luego se dirigieron a los lugares donde estaban dispuestas las bombas y allí explicó Guntsche el modo de lanzarlas desde el aparato, para tener la mayor precisión posible en un campo enemigo.
Con esto terminaron las palabras y los aviones comenzaron a alistarse para salir a volar. El público trató de colocarse en lugares preferenciales para disfrutar las maniobras de pilotos y observadores. La formación se constituyó dela siguiente manera:
Los Bréguet, se alistaron así:
N° 17: piloto sargento 1° R. Giménez, observador Sargento Torres.
N° 15: piloto Sargento 2° Inbes, observador Sargento Juan Gil Valdez.
N° 14: piloto teniente Enrique Guntsche, observador Marcelo Aubone Quiroga.
Los Bristol:
N° 28: sargento Vargas, observador sargento 1º Garnica.
Nº 26: piloto sargento 1º Mario Rocha, observador sargento 1º Cuello.

“Puestos en marcha recorrieron parte de la pista hasta tomar el impulso necesario, consiguiendo prontamente elevarse, tomando dirección norte,  a excepción del Nº 14, a quién rompiosele una cámara. Encabezó la salida el Bréguet Nº 17, volviendo los aparatos nuevamente hacia el aeródromo, lugar sobre el cual diéronse comienzo a las pruebas encomendadas”.
La primera de las operaciones consistió en enfocar el paisaje y el público que se encontraba observando las maniobras, con un aparato fotográfico de los empleados de la unidad. La tarea le correspondió al observador sargento 1° Garnica que se desplazaba en el Bristol N° 28, habiendo logrado dos fotografías a unos 40 metros de altura.
Los espectadores siguieron con sumo interés la figura del avión a que tan corta distancia les permitió ver los movimientos de ambos tripulantes. Enseguida descendió este avión, entregando la máquina fotográfica para que se procediera al revelado y copiado de las películas en la misma
El piloto carreteó el avión N° 28 de su regreso a la pista, entregando la máquina fotográfica para que las películas allí contenidas fueran reveladas y copiadas en el propio aeródromo, donde la prontitud para tal realizar ese trabajo fue meritoriamente reconocida.
Luego el avión Bréguet N° 17 comenzó con la segunda prueba, lanzando al vacio una bolsa de arena, suspendida a un paracaídas. Un ¡oh! surgió espontáneamente desde el público que creyó que la pesada carga era una persona, dada la astucia del lanzador. Con su balanceo característico se vio caer el paracaídas en el terreno frente al campo de aviación.
“Seguidamente levantó vuelo el Bréguet Nº 14 haciendo prácticamente el Teniente Guntsche lo demostrado oralmente en su descripción del lanzamiento de bombas explosivas. A gran altura del lanza bombas del Bréguet desprendiéndose una explosiva que cayó en el terreno de la pista, haciendo la consiguiente detonación seguida de una humareda cerrada. Luego cayeron varias juntas, aumentando la curiosidad de los concurrentes, quienes elogiaron la seguridad y pericia con que efectuase esta prueba, llena de interés y emoción”.
Entre otros números, se pudo escuchar las comunicaciones radiofónicas que se emitían desde el avión N° 15, elogiando el público la claridad de las mismas. El teniente Villafañe estuvo a cargo de explicar la manera en que se efectuaban estas comunicaciones, tantos radio telefónicas como telegráficas, siguiéndole el teniente Grisolía, quién explicó el excelente resultado de las tomas fotográficas y el uso de cada aparato usado para confeccionar las mismas.
Todos los concurrentes fueron invitados “a un bien servido lunch, el cual se caracterizó por el ambiente de sociabilidad y camaradería y las diferentes atenciones recibidas”. Entre los asistentes de la ciudad se reconocieron los siguientes: las familias de Magiolne, Domínguez, Languasco, Coronado, Micheltorena, Fagés, Balbarrey, Rosembrock, Chiara, Styrle, Crespo, Zaballa, Soler, entre otros[1].
Este acontecimiento fue siempre recordado por la población y fue el inicio de una simpática relación, que se incentivó en San Benito porque la cercanía con el lugar permitía tener mayor fluidez en las relaciones, lo que se mantuvo en el tiempo.



[1] (“La Provincia”. Domingo 31/7/1927. Hemeroteca del Archivo General de Entre Ríos)

sábado, 14 de julio de 2012

LA HISTORIA DE LA BASE AÉREA DE PARANÁ

Para Conocer la Historia Regional
Por Aníbal González Comas
Parte 11
PRIMERA EXHIBICIÓN PÚBLICA DE LOS AVIADORES MILITARES
Hacía catorce meses desde la llegada de las primeras unidades y la actividad aérea había resultado muy fructífera. Llegó entonces el momento de mostrar a la ciudadanía en general de Paraná la capacidad de maniobra alcanzada. Por ello el sábado 30 de julio de 1927 durante el día se realizaron las maniobras, en un despliegue que se caracterizó por la corrección y disciplina de las fuerzas de la unidad, como así también por la pericia y preparación tanto de jefes como de oficiales, lo que fue muy apreciado por el público que asistía a aquella memorable jornada. En “La Mañana” de Paraná” se comentó lo siguiente:
“Complacidos anotamos en estas breves líneas la buena impresión que los ejercicios produjeron. Con ello queda evidenciada la capacidad de nuestro aeródromo, aún en vías de reorganización definitiva, con la incorporación de más material de instrucción y de trabajo y la importancia que hoy tiene para nuestro centro una unidad militar que constituye un factor de progreso en todo orden. Los ejercicios realizados dan una idea del mérito que esa organización tiene para nuestro ejército, acreditando la sólida preparación del cuerpo de oficiales instructores y la acertada e inteligente dirección de su actual jefe. Bien podemos afirmar que nuestro ejército está a la altura, en cuanto a capacidad, a las más modernas organizaciones militares y cábenos consignarlo en justicia, como estímulo para los buenos servidores que se interesan por el concepto que merece nuestra institución armada” [1].
PRIMERA VISTA AÉREA DEL GRUPO N° 3 DE OBSERVACIÓN (BASE AÉREA) DE PARANÁ.

Mucho más amplio fue el comentario publicado por “La Provincia” el 31 de julio sobre las primeras maniobras militares del Grupo N° 3 de Observación. “EN EL AERÓDROMO DEL 3ER. G. DE OBSERVACION. Efectuóse la revista de las tropas de la unidad. Con todo éxito se realizaron las maniobras. Los ejercicios fueron presenciados por las autoridades civiles y militares. el éxito alcanzado.
La gran expectativa reinante por presenciar las primeras maniobras del Tercer Grupo de Observación con asiento en ésta, se vio colmada con un éxito digno del mayor elogio, por su corrección y táctica.
Numerosas familias de nuestra sociedad y autoridades civiles asistieron a nuestro aeródromo militar llevados por el carácter del programa, donde figuraban interesantes números de simulacros de combate, defensa, etc. y que, dicho sea de paso, fueron cumplidos con singular acierto”.
En el horario establecido el teniente Marcelo Aubone Quiroga fue el encargado de iniciar el programa con la visita de autoridades y público en general a las distintas dependencias técnicas de la unidad. Como acotación se puede agregar que el teniente Aubone Quiroga era sanjuanino, nacido el 17 de marzo de 1901 y falleció el 13 de junio de 1998, siendo comodoro retirado. Fue otro de los pioneros de la aviación argentina, habiendo ingresado al Colegio Militar de la Nación en 1917, de donde egresó como subteniente de artillería, incorporándose luego como piloto militar; en 1926 había realizado el raid aéreo Buenos Aires – San Juan – Buenos Aires, logrando el record mundial de permanencia en el aire. Luego se graduó como ingeniero militar en la Escuela Superior Técnica del Ejército, estudió en Italia, donde se doctoró en ingeniería aeronáutica. Fue Jefe de la Fábrica Militar de Aviones (1936). Fue embajador en Canadá (1958) y Presidente de la Comisión Nacional de Energía Atómica entre 1964 y 1969.


[1] (“La Mañana”. Domingo 31/7/1927. Hemeroteca del Archivo General de Entre Ríos)

viernes, 13 de julio de 2012

LA HISTORIA DE LA BASE AÉREA DE PARANÁ

Para Conocer la Historia Regional
Por Aníbal González Comas
Parte 10
GESTIONES PARA HACER UN RAMAL DE TRANVÍA A VAPOR
A raíz de la visita realizada por el Director General de Aviación, Teniente Coronel Luis Casinelli, se aprovechó la oportunidad para interiorizarlo de las inquietudes que tenían respecto al traslado a la unidad militar, lo que provocaba algunos inconvenientes. En eso estuvo también el vecino cura párroco de San Benito, Pbro. Pedro Alumni, quién quería lograr un importante objetivo: llevar un tranvía a vapor (al que denominaban rural) a San Benito.
Hacía poco menos de cinco años que Paraná había estrenado el sistema “Birney” de tranvías eléctricos, bajo la administración de la Empresa J. C. White Y Cía. Ltda. De Londres. Pero hasta los corrales de abasto, donde funcionaba matadero municipal en Almafuerte y A. Carbó, por entonces todavía seguía llegando el tranvía tracción a sangre, cuya explotación había sido concesionada inicialmente en 1869 por el General Urquiza al italiano Jorge Suares.
La ambiciosa posibilidad movilizó a la población de San Benito, que hasta entonces tenía que penar por caminos intransitables los días de lluvia ya que, como ya quedó explicado, el camino que conducía desde esa localidad hacia la nueva unidad militar era la calle Miguel David, aunque la calle Jorge Newbery actual estaba diseñada, pero su uso se dificultaba porque el primer puente sobre el arroyo Las Tunas recién se construyó en 1937 (donde se hace el nuevo puente en este año) y el segundo, más cercano a San Benito, se hizo en 1946.
La prensa resaltó una reunión realizada en la Base Militar por este motivo:
EL TRANVÍA SAN BENITO. El domingo por la mañana se reunieron en el campo de aviación con muchos vecinos de San Benito, autoridades militares y municipales con el objeto de cambiar ideas y planear la mejor forma de financiar el asunto relativo a la construcción del tranvía a aquel punto. La parte correspondiente al aporte privado se inició con la suma de 60.000 pesos divididos en diversas acciones. Prestó también su concurso personal, que en realidad fue bastante apreciado, el cura párroco de San Benito, Pbro. Pedro Alumni, elemento ponderable en todo lo que se relaciona con los movimientos de este carácter, movimientos que redundan en progreso de aquella rica e importante región” [1].
A principio del mes de julio se conoció la siguiente información: “MATERIALES PARA EL TRANVÍA RURAL A SAN BENITO. GESTIONES DEL CORONEL CASINELLI. El Presidente de la Municipalidad recibió ayer una carta del coronel Casinelli, Director General de Aeronáutica, haciéndole saber el resultado de las gestiones iniciadas en la Capital Federal referentes a la adquisición de materiales para el tranvía rural a San Benito. Por las manifestaciones que se hacen en la carta, puede asegurarse que los rieles, durmientes, clavos, eclisas y demás elementos necesarios para el tendido de la línea podrán adquirirse a precios sumamente ventajosos de los depósitos de ferrocarriles del Estado. El coronel Casinelli vivamente interesado en que ese proyecto se vea pronto convertido en una realidad, promete también al Dr. Castellfort hacer todo lo que esté de su parte y poner todo su empeño para que esas obras sean, dentro de breve plazo, llevadas al  terreno de los hechos” [2].
Respecto al tipo de “tranway a vapor” que se quería implementar entre Los Corrales de Paraná y la localidad de San Benito, pasando por el Grupo N° 3 de Observación, no hay precisiones sobre el tipo de equipamiento que se utilizaría. Estos tranvías eran en realidad pequeñas formaciones de tren, de dos o tres vagones que se usaron en Europa por 1880 y también los hubo en Buenos Aires y otras ciudades argentinas.
A principios de 1928 los vecinos de San Benito y su zona de influencia estaban muy ansiosos por que se concretara el proyecto, ya que se habían cumplimentado todos los pasos legales para comenzar con la obra de tendido de rieles. También la cuestión financiera ya estaba resuelta, por lo que faltaba el visto bueno del intendente de Paraná, Sr. Palma, para que se comenzara con los trabajos.
La prensa opinaba que: “Consideramos que al señor Palma le debe interesar un asunto de tanta importancia y es en tal inteligencia que le insinuamos, interpretando justos anhelos de aquel vecindario, la inmediata ejecución de los trabajos del tranvía a vapor proyectado. Tiene esto, por lo tanto, una brillante oportunidad, para debutar en la parte sobre vialidad de la amplia gestión municipal que le tocará desarrollar” [3].


[1] (“La Provincia”. Martes 10/5/1927. Hemeroteca del Archivo General de Entre Ríos)
[2] (“La Provincia”. Domingo 3/7/1927. Hemeroteca del Archivo General de Entre Ríos)
[3] (“La Provincia”. Sábado 28/1/1928. Hemeroteca del Archivo General de Entre Ríos)

jueves, 12 de julio de 2012

LA HISTORIA DE LA BASE AÉREA DE PARANÁ

Para Conocer la Historia Regional
Por Aníbal González Comas
Parte 09
El miércoles 4 de mayo de 1927 se publicó esta información:
“MATERIAL PARA EL AERÓDROMO LOCAL. El día viernes o mañana tendremos en esta ciudad tres aviones Bréguet de 450 HP para robustecer y renovar el material existente en el aeródromo del G. 3 de Observación, los que serán piloteados desde Buenos Aires por los tenientes Guntscher, Grisola y por el sargento Vargas. El mayor Andrada, jefe de esta Base, irá a encontrarlos en Diamante con una escuadrilla y reunidos harán evoluciones sobre esta ciudad, ofreciéndonos así un espectáculo hermoso y elocuente por lo que esto significa” [1].
Como se desprende de la información anterior, ya en mayo de 1927 se había hecho cargo de la unidad el Mayor Vicente Andrada, quién pertenecía al 5° Curso de la Escuela de Aviación convocado por Resolución del 28 de julio de 1920, obteniendo el título de aviador militar el 12 de enero de 1922 con biplano Avro K. 504-Gnôme 100HP.
Seguramente los primeros tres aviones Bréguet llegaron el viernes 6 de mayo, de acuerdo a la siguiente información: “HOY LLEGARÁ UNA ESCUADRILLA DE AVIONES A PARANÁ. Procedentes de El Palomar llegarán hoy tres nuevos aviones Bréguet que componen una escuadrilla del Grupo 3 de Observaciones de Paraná. Saldrá a las 8 y se calcula llegarán entre las 10 y 10 y 30 hs. Con este motivo desde nuestro  aeródromo saldrán tres aviones que se trasladarán hasta Diamante donde se reunirán con los que vienen de El Palomar, los cuales evolucionarán en conjunto sobre nuestra ciudad. Las personas que deseen presenciar la llegada de esta escuadrilla de aviones tendrán libre entrada en el aeródromo”[2].
ESCUADRILLA DE AVIONES BREGUET XIX

El avión Bréguet XIX (Br.19 o Bre.19) fue un bombardero biplaza diurno, categoría B-2 y como avión de reconocimiento, categoría A.2, habiendo su diseñado en Francia por M. Vuillerme. Su tripulación se componía de dos personas; tenía 9,61 mts. de largo, 14,83 mts. de envergadura, 3,69 mts. de altura, 50 mts.2 de superficie alar, 1,287 kg. En vacío, 2.500 de peso máximo de despegue; su planta motriz era un motor lineal Lorraine 12 Ed de 450 CV; podía alcanzar hasta 250 km por hora, su alcance era de 800 km. y el techo de servicio 7.200 mts.; su armamento era: una ametralladora Vickers de tiro frontal sincronizada de 7,7 mm, dos ametralladoras Lewis montadas sobre la cabina trasera y sistema de carga para bombas ligeras.


[1] (“La Provincia”. Miércoles 4/5/1927. Hemeroteca del Archivo General de Entre Ríos)
[2] (“La Provincia”. Viernes 6/5/1927. Hemeroteca del Archivo General de Entre Ríos)

miércoles, 11 de julio de 2012

LA HISTORIA DE LA BASE AÉREA DE PARANÁ


Para Conocer la Historia Regional
Por Aníbal González Comas
Parte 08
MAYOR ANTONIO PARODI
PRIMER JEFE DE LA BASE DE PARANÁ
En junio de 1926 se conoció la información desde Buenos Aires que el Poder Ejecutivo Nacional había aprobado el pliego de condiciones formulado por la Dirección del Servicio Aeronáutico para la instalación y montaje de “una fábrica de energía eléctrica para el suministro de luz y fuerza en la Base Aérea de San Benito, asiento del grupo de observación autorizando al llamado de licitación”[1].
Aunque sin consecuencias, el primer accidente en la pista de aterrizaje de Paraná ocurrió en la tarde del martes de de abril de 1927. En aquella oportunidad uno de los aviones Bristol, el N° 11, mientras realizaba maniobras habituales, al tocar tierra sufrió la rotura de una de sus ruedas como consecuencia del estado del terreno. Un suelto de prensa comentó que el ligero accidente no revistió mayores consecuencias debido a la pericia de sus pilotos”[2].
Si bien no hay detalles sobre la llegada de los primeros aviones Bréguet, se estima que los tres primeros fueron los que se anunciaron que llegarían de Buenos Aires a principio de mayo de 1927, en momentos en que se encontraba en  Paraná realizando una inspección a la unidad el Teniente Coronel Luis A. Casinelli, Director General de  Aeronáutica[3]. Esta autoridad de la fuerza realizaba de esa forma una de sus últimos misiones, ya que había asumido el cargo el 7 de abril de 1923 (designado mediante Decreto publicado en el Boletín Militar N° 6437. 1era. Parte) y permaneció hasta el 6 de mayo de 1927[4].
La prensa de Paraná daba bastante información sobre la construcción y funcionamiento de la flamante unidad militar vecina a San Benito. Claro que por entonces la vía de comunicación entre esta localidad no era la habitual Avenida Jorge Newbery (que más tarde fue la conexión directa con la Base Aérea) sino que el camino usual era el actual Boulevard Basavilbaso y su continuación Avenida Miguel David de Paraná).


[1] (“La Mañana”. Martes 2976/1926. Hemeroteca del Archivo General de Entre  Ríos)
[2] (“La Mañana”. Martes 29/6/1926. Hemeroteca del Archivo General de Entre  Ríos)
[3] (“La Mañana”. Sábado 30/4/1926. Hemeroteca del Archivo General de Entre  Ríos)
[4] (“www.fuerzaaerea.mil.ar/historia/abril.html)