jueves, 26 de abril de 2018

CRÍMENES RESONANTES EN LA ZONA DEL DEPARTAMENTO PARANÁ


EL CRIMEN DE JUAN SCHONFELD DE MARIA LUISA
PARTE III: LOS VERDADEROS RESPONSABLES
El vecindario de María Luisa permaneció movilizado por mucho tiempo en relación al trágico desenlace de su amigo y vecino y para expresarse contaron con la inestimable colaboración del medio escrito que pertenecía a la curia de Paraná.
Respecto a deslindar responsabilidades los vecinos de la aldea pensaban lo siguiente:
“Veamos primero si hay tales y luego cuales y quienes son:
En todo hecho criminal máxime si tiene todos los agravantes que presenta el horroroso crimen de María Luisa, se suele preguntar por las causas que directa o indirectamente han influido sobre el ánimo de los actores, para perpetrarlo. Estas causas son del orden moral y por consiguiente se le atribuye culpabilidad moral, la que es menor o mayor según el grado de la fuerza que ha obrado  sobre el ánimo del delincuente.
   Aplicando esto a nuestro caso, es fácil constatar que hay complicidad moral, por más que el maestro Rivas en su sentido antirreligioso sin temor de Dios y de nadie, y con su marcado cinismo por sí solo bastaría para hacer lo que ha hecho y aún más, si el caso se presentara.
Ahora nos preguntamos ¿quiénes son estos culpables?  Para el asesino Rivas y para otras personas, que luego detallaremos el caso es sencillo; lo es la religión, y expresándose más en concreto dicen: lo es el sacerdote que atiende a la Aldea. Pues él ha predicado contra la escuela fiscal, él ha incitado las masas para atropellarla, poniendo en peligro la vida de su director. Lindo sería todo esto; con esta sencilla declaración ya se habría dado con el “único culpable”; si no fuera un cuento.
¡Sí señor!,… es un cuento, y lo particular en el asunto es que, más de uno, y hasta diarios muy serios y de enorme circulación, se han tragado este cuento, y han llevado en son de protesta el cuento del “formidable asalto” a la escuela fiscal, y a su director por el pueblo en masa de la Aldea María Luisa, capitaneado por su mismo cura, hasta los últimos rincones de la República.
  ¡un cura demoliendo una escuela! – y esto en pleno siglo XX!. Habría para reírse si la cosa en sí no fuera tan triste. No es el sacerdote el culpable moral del hecho … ¡no y mil veces no!
  Nosotros atribuimos toda culpabilidad moral a quienes nos mandan a tales maestros, culpamos a las inspecciones escolares, que nos vienen con toda clase de chicanas, culpamos a las disposiciones inconsultas y medidas injustas que fueron tomadas con el único fin de salvar la escuela fiscal, que desde un principio no era, sino un niño nacido muerto y para dar muerte a la escuela, que funcionaba desde casi un cuarto de siglo, con todo aprovechamiento de todos los que la frecuentaban. Somos colonos y seremos en muchas cosas ignorantes pero el sentido de lo justo lo tenemos bien cultivado. Y para eso decimos, lo que acabamos de decir sin pestañear y sin incomodar en lo más mínimo nuestra conciencia cristiana.
Para dar firmeza a nuestra afirmación séanos permitido hacer un poco de historia.
  La escuela particular que dirige la señorita Bárbara Schonfeld ya ha cumplido 22 años de existencia. La actual directora fue también su fundadora. Funcionaba en todos estos años con la mayor satisfacción de todos nosotros.
  Todas las asignaturas de los tres grados se enseñaban en el idioma nacional, como podíamos comprobar por los exámenes públicos que al terminar el año escolar se hacían anualmente. Se enseñaba siempre más que el mínimum del programa exigido por la ley.  Siendo la maestra argentina, claro está, que un punto especial de sus solicitudes debía ser la conmemoración de los días patrios. En estas fiestas y en otras similares se podía palpar lo que sabía y valía la maestra de nuestros hijos, pues era un encanto verlos con esa soltura y firmeza sobre las  tablas.
Lo que en tales ocasiones nosotros oíamos y veíamos, es decir, que el estado intelectual de nuestro hijos y su preparación eran satisfactorios, debían también reconocerlo las direcciones de las escuelas superiores en que ingresaron más tarde los niños saliendo de la escuela de María Luisa. Fueron bien recibidos en los regimientos por su buena conducta y sólida preparación, nuestros jóvenes que fueron a servir a la patria, pues ninguno de ellos fue analfabeto, como no se ha de encontrar tampoco en toda la aldea un solo niño en la edad escolar que lo fuere. Esto mismo lo reconocían los concejos anteriores y las inspecciones.
Una prueba de ello es, el otorgamiento del diploma de parte del Concejo de Educación a su directora, en virtud de los méritos y servicios prestados a la enseñanza. En vista de la buena marcha de la escuela y su general aceptación, los vecinos convinieron en construir con sus propios dineros una nueva casa escuela con amplios e higiénicos salones al lado de la iglesia".
(Domingo 4 de mayo de 1919. “La Acción” de Paraná. B.I.P.E.R.)

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